Es una chimenea de 60 metros de alto que se encuentra en el centro de un barrio. Pero en lugar de despedir humo, el gigantesco cilindro purifica (un poco) el aire que respiran los habitantes de Xian, una de las ciudades más contaminadas de China.
China, el país que más contamina en el mundo, intenta por todos los medios producir aire puro, llegando incluso a cerrar fábricas en los picos de contaminación.
Millones de chinos ya no salen sin una máscara que filtra partículas finas y han instalado en sus hogares purificadores de aire.
En Xian (norte), antigua capital imperial que tan solo ve el cielo azul menos de la mitad del año, las autoridades han tomado medidas como instalar un purificador experimental en las afueras para filtrar el aire de la calle.
El dispositivo, alimentado por energía solar, aspira el aire viciado del suelo y lo filtra cuando sube a la chimenea antes de expulsarlo purificado a la atmósfera.
Puede limpiar cada día entre 5 y 16 millones de metros cúbicos de aire, dependiendo del tiempo y del nivel de contaminación, según Cao Junji, experto medioambiental de la Academia de las Ciencias china.
El aparato, que está todavía en pruebas, reduce de 10 a 19% la tasa de partículas finas en la atmósfera en un radio de 10 km2, aseguró el martes a la prensa.