Un ritmo de construcción frenético y poco sensible a la situación generada actualmente por la pandemia del COVID-19, que paraliza buena parte del mundo, provoca estragos en la economía y que ha obligado a suspender una gran mayoría de competiciones internacionales.
Pero con la mejora de la situación sanitaria en China, el vigente campeón, el Guangzhou Evergrande, inició la semana pasada la construcción de un nuevo estadio de un presupuesto de 1.700 millones de dólares.
Con una capacidad de 100 mil espectadores, este futuro recinto en forma de flor de loto se convertirá, cuando acaben las obras a finales de 2022, en el estadio futbolístico más grande del mundo, superando al Camp Nou de Barcelona.
El promotor inmobiliario Evergrande, fundado por uno de los hombres más ricos de China, indicó también su voluntad de construir otros dos estadios de 80 mil plazas.
De esta manera, el país debería disponer de al menos 12 nuevos estadios de fútbol en un plazo de dos años, según las cuentas del diario oficial Southern Metropolis Daily, que vaticinó “una nueva era” para el balompié chino.
La mayoría de estos recintos se utilizarán para la Copa del Mundo de Clubes de 2021 y la Copa de Asia de Naciones de 2023... aunque la verdadera ambición del presidente chino Xi Jinping es organizar competiciones mucho más prestigiosas.