El inédito superclásico argentino entre Boca Juniors y River Plate por la primera final de la Copa Libertadores, se jugará el domingo tras suspenderse este sábado por las fuertes lluvias en Buenos Aires, extendiendo el suspenso y la ansiedad de millones de argentinos pendientes del histórico duelo. Los argentinos y los aficionados del mundo se quedaron este sábado con las ganas de ver el superclásico que estaba previsto a jugarse a las 2:00 de la tarde (hora salvadoreña) en el estadio La Bombonera, en Buenos Aires, Argentina. Las inclemencias del clima en dicha ciudad obligaron a la Conmebol a tomar esa decisión.

El partido ha sido reprogramado para mañana, domingo, a las 4 de la tarde (1:00 p.m. en El Salvador), informó la máxima autoridad del fútbol sudamericano, en su cuenta de Twitter.

Puede leer: Partido del siglo en Argentina: Boca-River por la Libertadores en duda




Todo estaba listo para "el partido de los sueños", como lo definió el exseleccionador argentino y entrenador de Leeds United de Inglaterra, Marcelo Bielsa, pero la lluvia que se abatió desde el amanecer de este sábado sobre Buenos Aires obligó a la suspensión del encuentro en el estadio de Boca, la mítica Bombonera

Una lluvia torrencial con vientos fuertes se abatió sobre Buenos Aires desde el amanecer del sábado pero la decisión de postergar el partido se demoró a la espera de que mejore el clima y llegue a drenarse el campo de juego del estadio de Boca, anfitrión de la ida.

El anuncio al público fue hecho 95 minutos antes de la hora prevista para el encuentro (20H00 GMT) por los altoparlantes dela mítica Bombonera, que ya tenía casi sus 53.000 plazas ocupadas y donde la hinchada no cesaba de cantar bajo la tormenta. En un rato, las tribunas quedaron vacías.

Un país entero estaba expectante de la resolución de la Conmebol sobre el partido del siglo. "La cancha está drenando, está respondiendo. Para mañana depende de cuánta agua caiga", declaró Ezequiel Mazzitelli, un dirigente de Boca al canal Fox Sports, luego de la suspensión.



La espera recargó aún más el ambiente tomado por los nervios, excitación, euforia e incluso el miedo a perder.

Pese a las dudas sobre la realización del partido, que se prolongaron a lo largo de la jornada, las puertas de la Bombonera se abrieron pasadas las 13H00 locales (17H00 GMT), hora prevista para que ingresara el público que debía atravesar un fuerte dispositivo de seguridad con unos 1.200 policías movilizados.

Las idas y venidas incluyeron hasta el mismo plantel de Boca, ya que a dos horas del inicio pautado para el partido los jugadores de Guillermo Barros Schelotto subieron al bus que los iba a trasladar a la Bombonera desde el hotel de la concentración, y diez minutos después descendieron sin moverse del lugar.

Del mismo modo, en el estadio Monumental, en el norte de la ciudad, se esperaba la salida del plantel de River, mientras miles de hinchas 'millonarios' alentaban y cantaban para acompañar la partida, impedidos de asistir a la Bombonera por cuestiones de seguridad, una veda vigente para el fútbol argentinos desde 2013.

En la sede de River, debía quedarse el DT Marcelo "Muñeco" Gallardo, quien no puede dirigir su equipo ni ingresar al estadio, por una sanción de la Conmebol.

- Locura futbolera -

Se ha desatado una locura futbolera pocas veces vista. La revancha será el 24 de noviembre, a las 17h00 (20H00 GMT), en el Monumental de los 'millonarios' de la banda roja.

"No sé quién va a ganar el partido pero lo voy a ver seguro (por televisión)", prometió José Mourinho, el entrenador del Manchester United, sumándose al interés que ha despertado el superclásico en Europa.

La pasión sin límites ni fronteras. En todo el mundo, hinchas de unos y otros se reunieron para ver el partido por televisión.

Un grupo de judíos religiosos hinchas de Boca, que respetan el Shabat y no pueden siquiera encender el televisor hasta que salga la primera estrella del sábado, volaron a Barcelona, para poder ver el partido sin quebrar la ley de Dios por la diferencia horaria, con la idea de regresar 48 horas más tarde.

- Maradona vs Kempes -

Boca y River son los dos clubes más populares del país y representan juntos a un 70% de los hinchas, en un país con 44 millones de habitantes donde se respira fútbol. Jamás se midieron en una final por la Copa que es obsesión de sus simpatizantes.

Boca suma seis Libertadores y busca la séptima corona para igualar al también argentino Independiente como los máximos ganadores de títulos del certamen continental, mientras River acumula tres. En el historial, los auriazules aventajan por 10 partidos ganados a los riverplatenses.

Sólo dos veces jugaron finales por torneos oficiales. En 1976, Boca le ganó a River el campeonato Nacional por 1-0, y este año River superó a su histórico rival por 2-0 y ganó la Supercopa local.

Entre las leyendas del fútbol destellan Diego Maradona y Juan Román Riquelme, estandartes históricos de Boca, y el 'Matador' Mario Kempes y el uruguayo Enzo Francescoli, en River, el ídolo de Zinedine Zidane.

- Pierna fuerte -

No se espera un partido con derroche de gestos técnicos, pero sí con gran temperamento. El poder de River se basa en su juego asociado y el de Boca en fuertes individualidades de ataque.

Boca despliega el temperamento del volante Pablo Pérez, la calidad técnica del colombiano Wilmar Barrios y los goles de Ramón 'Wanchope' Ábila, Darío Benedetto o Cristian Pavón.

River se asienta en la fortaleza defensiva de Jonathan Maidana y Javier Pinola, los talentos de Gonzalo 'Pity' Martínez o Exequiel Palacios, y los goles del colombiano Rafael Santos Borré o de Lucas Pratto, pero extrañarán a su emblema y capitán, el temperamental Leonardo Ponzio, lesionado.