Rafael de Hoyos, del Banco Mundial, participó ayer en el décimo octavo Enade. Foto DEM-Óscar Machón

En los últimos 10 años, más de 716,000 jóvenes han abandonado la escuela en El Salvador, como respuesta a un sistema educativo deficiente y que exacerba la desigualdad económica, aseguró ayer el representante del Banco Mundial (BM), Rafael de Hoyos, durante el Encuentro Nacional de la Empresa Privada (Enade) 2018.


Durante su cónclave anual, la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) entregó a los candidatos presidenciales diferentes propuestas para generar más empleo y desarrollo.



Tal y como en toda América Latina, (el sistema educativo que opera en el salvador) reproduce y exacerba las desigualdades de origen”
Rafael de Hoyos
Analista del Banco Mundial

El documento recoge las valoraciones del organismo multilateral respecto a la educación y su importancia para el crecimiento económico, reducción de la desigualdad y la creación de empleos dignos.


En la ponencia “Aprendizaje como estrategia para el desarrollo humano”, el experto del BM destacó que el sistema educativo salvadoreño actual, “tal y como en toda América Latina, reproduce y exacerba las desigualdades de origen” que se han mantenido “en los mismos niveles desde hace 100 años”.


“En El Salvador, y en toda Latinoamérica, hemos incrementado el gasto social, reformas fiscales y sin embargo no movemos la desigualdad, ¿por qué? La respuesta, en el caso de El Salvador, tiene que ver con 498,593 niños inscritos en el sistema educativo que no aprenden ni siquiera lo mínimo”, explicó.



Estos niños, agregó, son los hijos del 45 % de salvadoreños que vive por debajo de la línea de la pobreza y asisten a escuelas con bajo rendimiento, mala infraestructura y docentes sin capacitarse. Esta crisis en la educación llevó a que 716,656 jóvenes abandonaran el sistema educativo en la última década.


Por ello, de Hoyos aseguró que si El Salvador desea reducir su creciente desigualdad económica, los gobiernos deben crear políticas dirigidas a la infancia y “un sistema de educación básica que debe invertir más en donde más se requiere”.


Esto implica, afirmó, la reconstrucción de programas como el de Cearà, Brasil, donde el 50 % de escuelas con peor desempeño son provistas con los mejores docentes y materiales didácticos. En los últimos años, se ha logrado equilibrar el rendimiento de estos estudiantes al nivel de otras escuelas más privilegiadas.