Café secado en camas africanas. Los productores aprendieron a utilizarlas con el programa de cooperación entre Italia y FAO. /Óscar Machón


Una taza de café de Bourbon, variedad reconocida por su sabor dulce y floral, de hasta 89 puntos, es el secreto escondido en los cafetales de Morazán.

El departamento al oriente ni siquiera figura en el top de las zonas de mayor producción, pero los caficultores de la cordillera Cacahuatique han logrado transformarse y mantener una producción en crecimiento que compite también por aumentar la calidad de la taza.

De la cordillera Cacahuatique se obtiene el 4 % de la producción nacional de café, con hasta 29,604 quintales para el ciclo 2019-2020, según el Consejo Salvadoreño del Café (CSC).







En la cordillera Cacahuatique se reportan 1,551 productores, con una producción de 29,604 quintales en el ciclo 2019-2020. Representan el 4 % de toda la producción nacional.

La caficultura salvadoreña se enfrenta a una crisis de múltiples dimensiones. Por un lado, no recupera los niveles de producción después del ataque de roya de 2013 y, en el otro extremo, no logra competir desde 2017 con los bajos precios internacionales, una situación que ha empujado a productores a abandonar fincas o quemarlas para sembrar granos básicos.

Antes los productores morazanenses enfrentaban esos problemas, de manera individual cortaban el café y lo entregaban a la cooperativa de Ciudad Barrios. Sin embargo, hace dos años un grupo de caficultores se incluyó en un proceso de formación de un proyecto de innovación agrícola de la cooperación italiana y eso impulsó la creación su propia organización, “permitiéndonos sobrevivir” a la crisis del sector, asegura Marvin Velásquez, cafetalero de Morazán.

Variedades de café: Los 30 productores que forman la cooperativa Cerro Pelón cultivan 200 manzanas con variedades de café Pacamaras, Bourbón, Pacas, y los híbridos Cuscatleco, Catici y Colombia. /Óscar Machón


La cooperativa Cerro Pelón, como la denominaron, se legalizó dentro del programa Desarrollo de Capacidades para los Sistemas de Innovación Agrícola en El Salvador (CDAIS, por sus siglas en inglés), financiado por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo en coordinación con la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Incremento de producción.


Dicha organización representa a 30 caficultores con una producción de 2,500 quintales de café, casi el doble de lo que generaban por separado, asegura Velásquez, porque “antes nuestro trabajo era cortarlo y entregarlo, ahora no, lo procesamos”.

Agrega que antes “entregábamos a $50 o $60 el quintal, pero ahora como cooperativa es más rentable y en las ventas estamos duplicando, de $120 en adelante. Estamos también procesando nuestra propia marca para tirar al mercado café molido”.







Desde 2017, los precios internacionales del café en el contrato "C" cayeron y no son suficientes para dar rentabilidad a los productores. Además, el sector está endeudado y con baja producción.

El caficultor asegura que los cafetales de Morazán esconden una taza de calidad 89 puntos en Pacamaras y Bourbon, este tipo de porcentajes compiten en el certamen internacional Taza de Excelencia que busca los mejores cafés en los países productores.

Para estos productores la clave está en cubrir toda la cadena de producción y del secado del café, desde el método tradicional, que consiste en despulpar y lavar, hasta el almacenaje en barril para colocarlo en camas africanas o el proceso Honey.

 

Ventajas cooperativa: Los 30 caficultores organizados en cooperativa aumentaron la producción de unos 1,500 quintales a 2,500. Además, el precio lo lograron duplicar de $50 por unidad a $120. /Óscar Machón