David Calles López trabaja junto a FIAES y CRS para recuperar su finca en el cantón Zapua, de Jujutla, Ahuachapán. / U. Alemán

En la finca Los Naranjos lo que menos hay son naranjas, bromea David Calles López. Antes hubo, junto a frondosos cafetos que por generaciones sirvieron de sostén a varias familias de la zona, pero que, desde el ataque de la roya, quedó devastada.


Ubicada en el cantón Zapua, de Jujutla, Ahuachapán, Los Naranjos es una de las tantas fincas que comenzaron a quebrar por la crisis sin precedentes por el desplome en los precios del café en el mercado internacional en el 2000, que ocasionó que varios productores se endeudaran para mantener las zonas de cultivos. Sin embargo, los valores no volvieron a los años de bonanza de mediados del siglo XX y pocos caficultores lograron cumplir sus obligaciones crediticias.


En 2010, fue la última buena producción en Los Naranjos y para 2013 quedó devastada cuando la roya se propagó en toda la finca, una crisis que afectó a Centroamérica y de la cual, hasta ahora, los productores salvadoreños no se recuperan.











El café ha estado presente en la economía salvadoreña por más de 200 años y fue uno de los principales pilares hasta mediados del siglo XX. Es además un pulmón ambiental, por cada manzana cultivada se contabilizan entre 3,000 y 4,000 plantas de café con hasta 100 árboles de sombra.



“Esto es herencia, cuando mi abuelo (de Chalatenango) vino por acá eran montañas y él comenzó a trabajar y cultivar el café bourbon”, pero el ataque de la roya fue tal que tuvieron que cortar la mayoría de los cafetos, incluyendo los árboles de fruta.




En la finca Los Naranjos también se cultiva cacao como parte de un sistema agroforestal implementado por CRS./ U. Alemán

Tocó las puertas de bancos, pero no hubo ayuda.


En 2015, el productor se animó a comprar los primeros 3,000 árboles para renovar la finca por su propia cuenta. “Yo me he acercado varios años a los bancos y nos hacen dos preguntas clave: ¿tiene deuda Ficafé? Sí, a pues no; ¿es de bajío? Sí, a pues no. Allí nos cierran completamente, ya no nos dan paso”, señala.


Pese al cierre de las financieras, el productor comenzó a participar en proyectos de cooperación para la recuperación de suelos implementados por agencias como el Fondo de Inversión Ambiental de El Salvador (FIAES) o Catholic Relief Services (CRS).


Con la cooperación, más que recibir solo árboles, el productor participa en procesos de formación de cómo conservar el suelo cafetero, buenas prácticas de cultivo, elaboración de abonos orgánicos, mantenimiento de víveros y construcción de un centro de insumos.




En la finca se implementan sistemas agroforestales para que, junto al café, los árboles frutales mantengan el suelo. / U. Alemán

Poco a poco, dice Calles, ha ido renovando la finca en 10 de las 35 manzanas. Nota también los cambios en los volúmenes de producción, pues en el ciclo 2019-2020 obtuvo solo 22 quintales y para la cosecha 2021-2022 -en actual corta- espera alcanzar entre 40 y 50 quintales.


“La meta es tratar de ver si logramos cultivar toda la propiedad (…) Estamos tratando de ver si le metemos café y que esté bajo bosque natural”, asegura.


La renovación en Los Naranjos consiste en la siembra de variedades de café más resistentes al cambio climático, como catimor, cuscatleco o bourbon rojo. Parte de la asistencia con Fiaes y CSR incluye un vivero, donde Calles López reproduce las plantas para seguir con el proceso de recuperación en la finca.



Cambio climático acecha al café.


“Nosotros estas iniciativas las apoyamos porque nos urge el cambio climático”, afirma Silvia Flores, coordinadora territorial de Fiaes.



Tratamos de convencerlos de que no sustituyan el parque cafetalero, que, al contrario, que lo mantengan por la importancia que tiene”.
Silvia Flores
Coordinadora de FIAES

El cambio climático ha sido uno de los principales detonantes para que la extensión del parque cafetero salvadoreño se haya reducido en 36 % en las últimas tres décadas, según la Asociación Cafetalera de El Salvador (Acafesal) que desde hace varios años viene alertando que, sin apoyo urgente, la caficultura podría colapsar.


Detrás de las plagas, como la roya, está el cambio climático, también responsable de variaciones drásticas en los inviernos. Para reducir ese riesgo, en Los Naranjos se implementan sistemas agroforestales en donde interactúan las plantas de café con otros árboles frutales, similar a la iniciativa que impulsa CRS con Alianza Cacao en El Salvador.




Con la cooperación, el productor también tiene un vivero con 3,000 plantas para sembrarlas en el próximo invierno./ U. Alemán

Calles López ha sembrado naranjas valencia, limón pérsico, nísperos, mamey, mandarina, además de árboles de sombra. “Esto es una joya ecológica”, reconoce el productor.


Asegura, además, que con el uso de abono orgánico han logrado reducir los costos en la finca y se eleva la producción de un árbol de café.