Guillermo Egan, fundador de Industrias Caricia, asegura que la clave en el negocio de calzado es la innovación. / Óscar Machón


La historia comenzó con un par de pantuflas, relata Guillermo Egan, empresario salvadoreño de casi 85 años de edad y que ha dedicado más de la mitad de su vida a su emporio de zapatos, Industrias Caricia, la empresa que ha caminado con los salvadoreños y centroamericanos por casi 48 años.

Desde muy pequeño, recuerda, siempre tuvo el sueño de fabricar algo y venderlo. Comenzó con rollos de papel periódico e incluso incursionó en la fotografía por muchos años. Consiguió una cámara, revelaba y vendía los retratos a unos 10 colones cada uno. “La idea era mantenerse activo y nosotros no éramos personas acomodadas”, agrega.

Sus dotes de vendedor lo llevaron hasta una empresa distribuidora de camisetas y calzoncillos por catálogo. “No me entusiasmaba la idea, pero también lo intenté”, recuerda entre risas, junto a sus hijos Omar y Adolfo Egan, que ahora son parte del negocio familiar.

Don Memo, como se le conoce en la industria de calzado, no sabía que esa empresa le permitiría dar los primeros pasos en el rubro al que ahora dedica la mayor parte de sus días. Era 1969, recuerda, cuando pidió a un zapatero que le diseñara unas pantuflas para apoyar sus pies cansados al regreso de la jornada.

Durante 2018, Industrias Caricia logró una producción de 700,000 pares de zapatos. / Óscar Machón


Una vez entregado el producto, hecho con tela de toalla, no estaba del todo conforme y colocó el par de pantuflas en su portafolio para solicitar algunos arreglos. “La verdad, es que olvidé que estaban en mi maletín y me fui a ver al cliente. Cuando lo destapé, estaban allí y me preguntó si la compañía también las vendía. Yo le dije que sí”, narra el emprendedor.

Esta acción lo llevó a conseguir el primer pedido de 100 pantuflas, que completó con el apoyo de este zapatero y con las toallas que vendía la empresa. Con el tiempo, la compañía comenzó a suplir los pedidos, aunque fue difícil convencerlos, afirma. “Siempre ha tenido gran creatividad y flexibilidad, y eso aún caracteriza a nuestra compañía”, asegura su hijo Omar.

 

Funda Industrias Caricia

Don Guillermo tuvo que independizarse en 1970, debido a que la principal fábrica de la compañía sufrió un atroz incendio. “Arreglamos todos los papeles en 1971 para fundar Industrias Caricia, como Guillermo Egan y compañía, aunque comenzamos con equipo alquilado y tres colaboradores”, relata.

Iniciar esta apuesta fue una de las partes más difíciles, debido a la convulsión política y económica de la época. Cuando comenzó el conflicto armado, en los años 80, la infraestructura del país dificultaba entregar pedidos. “A veces habían zonas que estaban acordonadas y teníamos que entrar en avión a oriente”, recuerda el empresario.

Una parte importante de guerrilleros, recuerda, utilizaban las botas fabricadas por la compañía, que había apostado por diversificar sus líneas de productos desde el comienzo. “Las botas no fueron diseñadas con este fin, pero eran cómodas y resistentes, y se vendían en esa época”, afirma.

Más de 300,000 pares de zapatos se enviaron al resto de Centroamérica en 2018.


Con el fin del conflicto, a inicios de 1992, la marca Caricia, conocida por la fabricación de zapatos Lee Shoes, Golden Tag, Jaguar y Truck, empezó a penetrar con mayor fuerza al mercado centroamericano, formando una cadena de 80 zapaterías en toda la región.

A la fecha, la planta de fabricación y los puntos de venta de Caricia Shoe Company -nombre que promueven con la nueva imagen de la empresa- generan más de 880 empleos fijos y exportan cerca de 300,000 pares de zapatos al año. Industrias Caricia recibirá el próximo 12 de junio el Premio al Emprendedor, uno de los tres galardones más importantes que entrega la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI) cada año, desde 1959.

La gremial otorga los premios en el marco del Día Nacional de la Industria, que se celebra cada 12 junio. Esta fecha conmemora la fundación de la gremial, que este 2019 cumplirá 61 años.