Algunos países están al borde de la quiebra. / DEM


Los proyectos de las “Rutas de la seda” aumentaron el riesgo de impago de ocho países muy endeudados: Mongolia, Laos, Maldivas, Montenegro, Pakistán, Yibuti, Tayikistán y Kirguistán.

Pakistán, que participa en la construcción de un gigantesco proyecto de conexión entre China y el puerto de Gwadar, está al borde de la quiebra financiera, lo que multiplica los rumores sobre un inminente plan de ayuda del FMI.

El nuevo primer ministro paquistaní, Imran Khan, pidió “transparencia” a los opacos contratos con China, en los que se exige el uso de materiales y mano de obra china y las condiciones de reembolso de los préstamos son muy exigentes.

Los países menos desarrollados, necesitados de infraestructuras, ven una oportunidad en los proyectos de las “Rutas de la seda”. Pero algunos de ellos también denuncian el carácter “colonial” de esta ambiciosa iniciativa económica y geopolítica.

El líder de la oposición en las Maldivas, Mohamed Nasheed, denunció “el colonialismo” de esta iniciativa, que amenaza la soberanía de este país. Según Nasheed, el 80 % de la deuda exterior de las Maldivas está en manos chinas.

La influencia de China es tan fuerte que en algunos casos logra el control de las infraestructuras a través de concesiones durante 20 o 30 años.