Elvira Gallegos, pupusera de Olocuilta, ganó el segundo lugar de un concurso local por inventar la pupusa de huevo, chorizo y chile verde con cebolla. / Diego García


Calentar la plancha, preparar la harina, el chicharrón, los frijoles y el queso, también limpiar mesas y piso son algunas de las labores que decenas de pupuseras en Olocuilta realizan desde la madrugada para recibir a centenares de visitantes en busca de las emblemáticas pupusas de arroz.

Silvia Miranda de Pérez es una salvadoreñas que ha dedicado 20 de sus 47 años de vida a la elaboración de pupusas. Aprendió el oficio de su madre y, desde hace 10 años, logró inaugurar su propia pupusería, bautizada como “La Olocuilteña Tres”. Ubicada en la intersección Los Naranjos y calle Antigua a Zacatecoluca, en Olocuilta, destaca de otros establecimientos por el acceso al aire acondicionado, televisores y una sala de reunión.

Los primeros pupusódromos en Olocuilta datan de la década de 1930, cuando la escasez de maíz provocó que las pupusas comenzaran a ser elaboradas con harina de arroz. Desde esa época, residentes como Elvira Gallegos, heredaron el oficio de sus padres y abuelos. A sus 63 años, Gallegos es propietaria de Pupusería Carmencita, ubicada en la zona de Buena Vista, un negocio que funge como fuente de trabajo fijo para 10 personas.

Junto a Pérez y Gallegos, Claudia Mena se suma a la lista de pupuseras que continúan con el legado de sus padres. La primera vez que Mena atendió a un cliente tenía solo 14 años, su madre no se encontraba en la pupusería y los comensales esperaban, Mena nunca había elaborado una pupusa en esta circunstancia, pero logró atender a estos clientes y seis años después se convirtió en propietaria de su propio negocio, contó.

A sus 37 años, la herencia de su madre la llevó a tomar control de la pupusería donde aprendió a ganarse el sustento diario, otorgando empleo y conocimientos sobre el oficio a otras tres personas que forman parte de Pupusería Rosa Claudia, ubicada en la zona del Manguito, en la autopista Comalapa.

La madre de Silvia Miranda de Pérez fue de las primeras en colocar una “champita” para vender pupusas en la zona. Ahora como miembro de Acopol, Miranda espera lograr exportar pupusas al extranjero. / Diego García


Exportar, el sueño pausado por trámites

Estas productoras son parte del sueño de exportar pupusas con la marca de Olocuilta, pero la Asociación Cooperativa de Comercialización, Producción Industrial, Ahorro y Crédito de Exportadores de Pupusas de Arroz de Olocuilta (Acopol de R.L.) reportó retrasos en la obtención de diferentes permisos para concretar este proceso.

Los inconvenientes surgen en torno a la obtención de permisos por parte de la empresa exportadora que Acopol contactó tiempo atrás, pues al no haber exportado pupusas de arroz antes, la compañía no posee dicha autorización y debe realizar los procesos necesarios.

El sueño de exportar pupusas comenzó hace más de una década, tras una visita de un grupo de productores a Estados Unidos. En enero pasado, la comuna de Olocuilta indicó que se concretaría en marzo, pero por los retrasos en los trámites los productores esperan que se concrete hasta finales del año.