De acuerdo con Manuel Orozco, director del programa de Migraciones, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano, todos los países que reciben remesas en América Latina resentirán el impacto de la crisis. En el caso de El Salvador, este ocurre por un menor dinamismo de la economía estadounidense y de las cifras récord de desempleo que reporta el país.
El especialista, que participó ayer de un conversatorio organizado por Fundaungo, explicó que la situación de los migrantes es grave porque son parte de los grupos poblacionales más vulnerables ante un impacto como el que presenta la pandemia. “Están más vulnerables ante el desempleo y la salud”, dijo.
Los migrantes se emplean en rubros con alta exposición a la crisis como la construcción (instalación o reparación), el transporte y servicios alimentarios. “Más del 70 % de los centroamericanos trabajan predominantemente en esas actividades. Uno de los problemas con el COVID-19 es que una de las que ha sufrido bastante es la actividad hospitalaria de servicios, como restaurantes”, dijo Orozco.
Esta situación golpea principalmente a las mujeres migrantes, las que en un 35 % laboran en actividades domésticas y que ahora tienen una pérdida temporal de empleo, añadió.
De acuerdo con el especialista, esta inactividad provocará un corte en el flujo de los envíos que para El Salvador afectará a unas 140,000 familias.
“Una caída del empleo incide inmediatamente en el envío de dinero, en el sentido de que la remesa constituye la quinta prioridad más importante de las obligaciones financieras de un inmigrante”, agregó Orozco, que considera que en tiempos de crisis, antes de hacer un envío, los migrantes se aseguran de cumplir con cuatro obligaciones prioritarias como pago de casa (renta o propiedad), obligaciones financieras (deudas), alimentación y otro tipo de cargo básico.
Según el especialista, quien cae en desempleo deja de enviar dinero casi totalmente. “Las estimaciones son de que el 90 % de los que pierden empleo dejan de enviar y un 35 % de los que tienen trabajo enviarían el equivalente a un mes”, detalló.
Se estima que para diciembre de 2020 el desempleo entre los inmigrantes latinoamericanos sea de un 16 %, además del 4 % que ya estaba desempleado a finales de febrero, con lo que el paro para este segmento de la población en Estados Unidos alcanzará los tres millones de personas.
La situación entre los migrantes no deja de ser solo un tema laboral, Orozco enfatizó que algunas comunidades de migrantes tienen riesgo de enfrentar una crisis alimentaria.
Impactos en El Salvador
El especialista dijo que otra forma de ver la magnitud del impacto de la crisis, más allá de la macroeconomía, es desde el número de hogares afectados. Destacó que en el caso de El Salvador se trata de unos 170,000 hogares.
Se estima que en El Salvador hay 2.5 millones de hogares y que un millón recibe el flujo monetario por lo que una caída del 17 % es bastante fuerte. Agregó que para las familias salvadoreñas las remesas representan más del 50 % del ingreso y que estas personas tendrán que recurrir a depender de una base financiera que es relativamente débil.
Sin embargo, matizó que los hogares que reciben remesas tienen una relativa mayor capacidad de ahorro y que su nivel de resilencia equivale a tres meses de ingreso. “Eso es mayor que el resto de los hogares de Centroamérica donde es de seis semanas y esto es preocupante en términos más globales”, sumó.
Envíos vitales para economía
Empresas
El 95 % de las remesas que recibe el país se produce a través de la operación de empresas especializadas. Se estima que 10 empresas remeseras controlan un millón de transacciones mensuales que equivalen a los cerca de $6,000.
Efectivo
En marzo, hubo una caída de más del 50 % del envío de dinero por la vía de efectivo y se reportó un aumento del 150 % de empresas usando las transferencias digitales, mediante plataformas en internet o de una cuenta bancaria.
Proyección
En abril se habría producido un cambio, hay una caída menor del 7 %. En mayo, se dice que la caída fue del 3 %, pero se anticipa que será en junio, julio y agosto en donde se verán mayores caídas en las transferencias.