La agresión física de un oficial de la Policía Nacional Civil a un periodista es inaceptable, condenable y preocupante. Los hechos demuestran que hubo un claro abuso de autoridad que debe ser corregido no solo por el hecho de que el agredido es un periodista sino un ciudadano. Si un oficial de la PNC se atreve a agredir a un periodista que tiene una tribuna de denuncia, ¿qué puede esperar el ciudadano común de su conducta?


Es preocupante que no ha habido una condena ni una corrección oficial a estos hechos y eso preocupa aún más. No se puede admitir ese tipo de conducta en un oficial hacia cualquier ciudadano y menos hacia un periodista que estaba ejerciendo su labor y que luego recibe un reclamo absurdo de que la cobertura que está haciendo es parte de una campaña con la Policía.


La Policía Nacional Civil no puede ver a los periodistas como enemigos, si se cuestiona su labor es porque es parte del trabajo de


Es inexplicable también la expulsión de un editor extranjero del periódico digital El Faro y la supuesta justificación de que un periodista tan reconocido supuestamente no pudo acreditar su condición como tal. Ambos hechos son preocupantes para el ejercicio periodístico.


Este país ha acogido a periodistas e intelectuales extranjeros desde su nacimiento como nación. Aquí el gran Rubén Darío dirigió periódicos y periodistas de todas las corrientes políticas y nacionalidades se han asentado en el país y siempre se les ha respetado su labor, salvo en los días aciagos del conflicto armado.


La labor periodística es fundamental en una democracia y en una sociedad libre. La libertad de expresión, la libertad de prensa, el libre intercambio de opiniones e ideas siempre enriquecerán una sociedad plural y abierta.