Inspirado en la operación “Manos Limpias”, que acabó con una compleja red de corrupción política en Italia en los años 90, el juez federal Sergio Moro ha emprendido una lucha que por momentos ha enfrentado al poder judicial con el político y que ha dividido a la sociedad brasileña entre quienes le consideran un “héroe” y quienes le ven como un “populista” con intereses partidarios.
Moro había conducido varias investigaciones de calado cuando, en 2014, asumió desde su juzgado de Curitiba la operación “Lava Jato”, que ha cobrado una dimensión inédita en Brasil.
Bautizada como “Lava Jato” (lavacarros) porque comenzó con un operativo en una gasolinera utilizada para lavar dinero, la investigación despegó con la delación de Alberto Youssef, un cambista vinculado con el exdirector de Petrobras.
El proceso destapó una monumental red que vació Petrobras -entonces la mayor empresa de América Latina-, y que salpica a dirigentes y partidos de todo el arco político y a algunos de los principales empresarios de Brasil.
Lula en la mira
En la trama de “Lava Jato”, Moro tuvo en la mira desde el inicio a Lula y no dudó en ordenar su detención para conducirlo a declarar a la fuerza ni en divulgar comprometidas conversaciones telefónicas privadas con la ahora expresidenta Dilma Rousseff.
Dos decisiones con un enorme impacto mediático pero también severamente criticadas desde sectores del poder judicial que le acusan de abusar de las prisiones preventivas.
“Estoy asustado con la República de Curitiba. Porque a partir de un juez de primera instancia todo puede ocurrir en este país”, llegó a admitir Lula, quien denunció incluso a Moro ante Naciones Unidas por “persecución política”.
Su nombre, invocado con frecuencia en las manifestaciones contra la corrupción, figura en las encuestas entre los favoritos a la Presidencia de Brasil, haciendo sombra al propio Lula, que encabeza la intención de voto.
Rousseff: “el pueblo rescatará a Lula en 2018”
La exmandataria brasileña Dilma Rousseff afirmó ayer que su antecesor y padrino político Luiz Inácio Lula da Silva, condenado a nueve años y medio de cárcel, es “inocente” y que “el pueblo lo rescatará en 2018”.
Rousseff, destituida el año pasado por irregulares manejos de los presupuestos, comentó la sentencia en un mensaje difundido en redes sociales, en el cual aseguró que Lula es víctima de una “flagrante injusticia y de un absurdo jurídico que avergüenza a Brasil”.
Rousseff consideró a Lula como “el presidente más popular en la historia del país y uno de los más importantes estadistas del mundo en el Siglo XXI” y agregó que “sufre una persecución sin cuartel”.
Rousseff se dijo convencida de que “esta ignominia ejercida contra Lula” persigue impedir su candidatura para las elecciones presidenciales de 2018, que él aún no ha sido confirmado.
