Con su sonrisa radiante, sus muslos fuertes y torneados y el cuerpo impregnado de sudor, Bianca Monteiro encadena los pasos de danza con una virtuosidad impresionante: es la reina de Portela, una de las escuelas de samba más tradicionales del carnaval de Río de Janeiro.

Como “Rainha da Bateria” (Reina de la Batería), esta brasileña de 31 años brillará la madrugada del lunes con todo su esplendor ante unos 70.000 espectadores y millones de televidentes e internautas que seguirán los desfiles del Sambódromo.

Vestirá un traje fastuoso que permanecerá en secreto hasta último momento, a la cabeza de un grupo de 300 percusionistas, que son el corazón de las escolas de samba en competición durante dos noches.

Mantener un cuerpo digno de reina -más evocador de una deportista de alto nivel que de una modelo de pasarela- exige a esta mujer negra, de 1,73 metros, varias horas diarias de musculación y cursos de danza.

 

Silicona “sin exceso”

Moldear a una reina exige especialistas: un profesor de danza, una estilista (dos veces por semana), un dentista y un endocrinólogo, que le receta vitaminas y pastillas para “adelgazar y ganar masa muscular”.

Sin olvidar al cirujano plástico: “Ya me puse 300 mililitros de silicona en los pechos el año pasado y acabo de agregar un poco, estoy en 485 mililitros en cada seno”, cuenta sonriendo.

“No veo ningún problema, con tal de que no haya excesos, de que no se convierta en algo enfermizo, que no cambie quien soy en realidad”, explica.

Esos esfuerzos requirieron una inversión personal: “Los dos primeros años gasté más de lo que gané. Solamente ahora empiezo a tener cierto retorno financiero”, revela.