Nacido el 31 de julio de 1968 en momentos de fuerte tensión racial en Estados Unidos, Franklin fue el primer niño negro en unirse a las aventuras de Charlie Brown, su perro Snoopy, soñador y filósofo, y sus amigos.
Tras el asesinato de Martin Luther King en abril de 1968, las tensiones raciales no disminuían en un Estados Unidos marcado por el Movimiento por los Derechos Civiles.
“Desde la muerte de Martin Luther King, me pregunto qué puedo hacer para cambiar las condiciones en nuestra sociedad que llevaron a ese asesinato”, escribió el 15 de abril Harriet Glickman, una maestra de Los Ángeles, en una carta dirigida al creador de Peanuts, el estadounidense Charles Schulz.
La tira cómica Peanuts, publicada diariamente en los periódicos desde 1950, ya era muy popular en aquel momento.
“Creo que se puede hacer algo a través de las historietas” para lograr mejores relaciones interétnicas, continuó. “Creo que introducir niños negros en el grupo de personajes de Schulz podría tener algún impacto”.
Su carta ahora se exhibe en el Museo Charles M. Schulz en California.
Unos días más tarde, el dibujante le respondió explicándole que era muy consciente del problema pero que, como él no era negro, tenía miedo de “tratar con condescendencia a nuestros amigos negros”.
“No sé cuál es la solución”, admitió al concluir su respuesta. Harriet Glickman le sugirió que sondeara a varios de sus amigos negros, todos padres y fanáticos de Peanuts.
Mientras Schulz seguía sin estar convencido, Harriet Glickman le envió varias cartas más exigiendo más inclusión en su historieta.
Finalmente, a principios de mes de julio le respondió diciéndole que echara un vistazo a la publicación de los Peanuts en la semana del 29.