La tutela, inició en 2008 cuando la cantante atravesaba por un periodo de inestabilidad emocional y a menudo era captada en escandalos públicos, perdiendo así la custodia de sus dos hijos. Razón por la cual se ordenó que su
padre tuviera la supervisión de todo.
La artista reconoció que en su momento el arreglo fue necesario para reordenar su vida y que incluso esto le salvó su carrera, manteniendola fuera de los escenarios y de la vida pública todo este tiempo.
Pero en agosto 2020 la princesa del pop comenzó a indigar quién supervisaba su vida y dinero, pidiendo mayor transparencia en solicitudes en la corte a menudo secretas, e incluso declarando su solidaridad con los fans que han exigido en manifestaciones y posts en línea que liberen a Britney: #FreeBritney.
Por su parte, los representantes de Spears alegan que su progenitor despidió al gerente de negocios de su hija y contrató a uno nuevo sin avisarle. Ante la negativa de la jueza, el equipo legal de la artista ha declarado que “Britney tiene miedo de su padre y no volverá a actuar si él sigue a cargo de su carrera”.
A pesar de esta advertencia, la jueza Brenda Pennyse ha negado suspender al padre de Spears, aunque se ha mostrado partidaria de escuchar los argumentos futuros para su suspensión o expulsión, que Samuel D. Ingham III, el abogado de Britney, planea presentar.