Titanic cumple dos décadas desde que llegó a la gran pantalla y la celebración incluyó presentaciones en cines en todo Estados Unidos, donde los espectadores desvanecían con la historia de amor interpretada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, hoy actores de gran categoría y galardonados con un Óscar.

“La historia del Titanic tiene una calidad que perdura en el tiempo”, dijo el director James Cameron a fanáticos en una proyección en Los Ángeles.

La mujer de alta sociedad interpretada por Winslet y el vagabundo artista que encarnó DiCaprio son dos personajes ficticios en una dramatización del hundimiento en 1912 del barco más famoso de la historia tras chocar con un iceberg en su viaje inaugural por el Atlántico.

La película, distribuida por Paramount en Estados Unidos y Fox en el extranjero, entró en la historia del cine cuando recibió 11 premios Óscar, incluyendo los de mejor película y mejor director para Cameron.

Con una recaudación mundial de $2.200 millones. Fue la película más exitosa jamás realizada hasta que “Avatar”, también de Cameron (2009), cosechó $2.800 millones en taquilla.

Pese a su inusual extensión de 195 minutos, que por momentos se hacen interminables, recibió muy buenas críticas y el tema “My Heart Will Go On”, de Celine Dion, se convirtió en un éxito mundial.

 

DiCaprio y Winslet tenían 21 y 20 años, respectivamente, cuando comenzaron a rodar en septiembre de 1996. Su primera escena juntos fue aquella en la que ella aparece desnuda frente a él para que la pintara.

 

Fue una producción de proporciones épicas: $200 millones, la más cara hasta entonces, con 1,000 extras y un equipo de más de 800 personas.

 

La opulencia de la película captó mucha atención, al punto que la revista Variety tenía una columna diaria sobre la producción, ridiculizando lo que se esperaba que sería el gran fracaso de Hollywood.

 

Cameron tenía un modelo a escala real del funesto barco de lujo, construido en 16 hectáreas de un terreno en la costa de México comprado por Fox, luego de recibir los planos originales de la nave.

 

Las habitaciones fueron recreadas meticulosamente a partir de viejas fotografías, así como la lujosa escalera de la primera clase, con caoba y lámparas doradas, todo finalmente destruido en la escena del hundimiento.