La calle principal de Tacoma, Washington, EEUU. / Laura Peña


Fue en el estado de Washington -en el pacífico, no confundir con la capital- donde apareció por primera vez el coronavirus en Estados Unidos, provocando la alarma generalizada de la población. Laura Peña, una periodista salvadoreña vive en Tacoma, cerca de Seattle y relata cómo se ha ido pasando del pánico inicial a la reapertura paulatina de las actividades.

“En un inicio se sintió mucho pánico y la gente se abarrotó en los supermercados, a abastecerse de todo aquello que consideraba de primera necesidad, lo que provocó escasez desde arroz, pollo hasta papel higiénico y desinfectantes”, cuenta Peña, quien dice que actualmente sigue habiendo escasez de algunos productos o están más caros.Por ejemplo los desinfectantes para manos que se compraban a $2 o $3 y ahora pueden encontrarse a $10.

“En cuanto a medidas preventivas hay una buena recepción respetando la distancia social y el uso de mascarillas y guantes. Curiosamente los adultos mayores son los que menos usan estos implementos. Todos los supermercados, farmacias o clínicas han sido señalizadas y reforzadas con protectores a fin prevalecer la distancia y garantizar la distancia social. A pesar de que las cifras de contagios y muerte es fluctuante aún, el estado de Washington ha comenzado a abrir gradualmente. Aún no hay mucha actividad pero se espera en esta semana un incremento de ella”, explica.

Laura dice que se trata de aprender a convivir pero con distancia, “sin muchos abrazos como antes, pues casi todos los de mi familia aún salimos a trabajar y estamos en contacto con otras personas”. Es tratar de cuidarnos y no caer en la paranoia. Es cuidar de cada uno de nosotros y disfrutar los pocos momentos en que podemos estar juntos”.

El empleo no ha parado para Laura y su familia, aunque sí una disminución de sus horas laborales.

“Cómo todos, vivimos con la preocupación y la incertidumbre de lo que pueda suceder. Es difícil lograr tranquilidad pues nos enfrentamos a un enemigo invisible que ha atacado a todos los países sin distinción de raza, edad o estatus social y económico”, reflexiona.

Como familia cumplen los protocolos de limpieza y desinfección, con un especial cuidado para doña Alicia, su madre de 99 años “con la cual debimos tomar medidas estrictas, con los niños y con uno mismo”.

En el estado de Washington también se enfrentaron con los mismos problemas de abastecimiento de material hospitalario ante esta crisis.

“Creo que no hay que tomar a la ligera la amenaza del virus, ya que este nos cambio dramáticamente la vida diaria, la vida social. Tenemos que ser mucho más humanos y solidarios. Cuidarnos los unos a otros y hacer nuestra parte para evitar el contagio”, recomienda Peña.