José Panadés ha seguido con el legado del padre Juan Ricardo Salazar y su familia.


La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) entregará el Premio Ad Vitam 2020 a la Fundación Padre Arrupe por su servicio hacia las comunidades en riesgo de exclusión, en 35 años de trayectoria nacional.

El iniciador de este proyecto fue Juan Ricardo Salazar, un jesuita que llegó a El Salvador en 1984 a El Salvador, en medio de la guerra civil.

Salazar se graduó de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales, y según el presidente actual de la fundación, José Panadés Vidrí, Salazar también fue director del Instituto Católico de Administración y Dirección de Empresas (ICADE). Y tuvo la iniciativa de “abrir una escuela de ingeniería” en el país.

Con recursos propios y en miras de un gran proyecto, el jesuita inició con la construcción del primer edificio y aunque este logró concluirse, el padre murió en 1999, a sus 57 años de edad.

“Cuando pudo hacerse cargo de la parte del dinero que le correspondía al fallecer sus padres, entonces se compraron estas 16 manzanas que están entre Soyapango y Ciudad Delgado, era dinero del sacerdote, que él había hecho los votos que hacen los clérigos y entonces pues él esto lo donó”, señaló Panadés Vidrí.

Panadés se conviertió en el nuevo presidente, al inicio provisional y ahora vitalicio, de la Fundación Arrupe en El Salvador, y los hermanos del fundador toman el mando de los proyectos y la institución.
Estoy muy agradecido, pero yo reconozco que el mérito es de la familia española, suerte que vendrá Aurora y que va a estar al lado mío, yo he sido un buen continuador”. José Panadés Vidrí, presidente de Fundación Arrupe

La protagonista.


El actual presidente reconoce que doña Felicidad Salazar-Simpson, hermana del sacerdote, fue quien tomó como suyo el proyecto y lo continuó hasta el día de su muerte, además señala que la inversión del Colegio Español Padre Arrupe, fundado en 1988, ronda los $50 millones, en su mayor parte dinero obtenido por la familia Salazar.

Panadés reconoce la labor de la familia, pues al no ser este su país y ante la ausencia del padre Salazar en la dirección, el proyecto podía haber cambiado, sin embargo, asegura que se continuó “por amor al prójimo”.

Dentro del terreno adquirido por la familia Salazar se encuentra ahora el Colegio Español Padre Arrupe, con una matrícula que ronda los 1,500 estudiantes, y con 21 generaciones de bachilleres graduados.

Debido a todo lo anterior, la fundación será reconocida con el premio “Ad Vitam 2020”, otorgado cada año a una persona, y que debió haberse entregado el año pasado por “una vida al servicio de los demás”.

“Estoy muy agradecido, pero yo reconozco que el mérito es de la familia española, suerte que vendrá Aurora y que va a estar al lado mío, yo he sido un buen continuador, y quizás un buen presidente local, pero el dinero ha venido de esta familia”, externó Panadés.

Los graduados de bachillerato en contaduría y electrónica poseen una validación de sus títulos, tanto en El Salvador como en España, es decir que estos pueden estudiar en Europa si así lo desean.

La Fundación Padre Arrupe tiene planeado agregar el bachillerato en informática, sin embargo aún no se posee fecha de inicio y se encuentran en búsqueda de recursos para adquirir el equipo.