Una calle desolada en la zona turística de Barcelona. / Carlos Cañas Dinarte


Al historiador y escritor Carlos Cañas Dinarte le ha afectado directamente la pandemia de coronavirus. Primero se contagió con la enfermedad y luego él y su esposa se quedaron sin empleo debido a la pandemia. Sin embargo, como científico social, está fascinado con la experiencia.

“Estoy horrorosamente fascinado con lo que está pasando en el mundo, me siento como un ciudadano que está viendo lo que ocurrió en la peste de la Edad Media, o lo que vivió la gente entre 1918 y 1919 con la influenza. Esto nunca lo había vivido. Es un horror tremendo pero al mismo tiempo es una fascinación como un científico social y como una persona dedicada a la literatura”, dice Cañas Dinarte.

El historiador relata que el 12 de marzo, al recoger a su hija de diez años en la escuela, ya tenía claro lo que venía y ha estado en cuarentena casi 60 días. Al inicio, hubo compras de pánico y vaciaron los supermercados.

“Yo fui uno, con mi carrito, tratando de evadir a todo el mundo mientras hacía la compra. Tenemos prácticamente 60 días encerrados, solo salimos para hacer las compras o tirar la basura y te impone multas de 601 y 1,500 euros a quienes violen las medidas”, explica Cañas.

Su vida transcurre entre la lectura y el entretenimiento para sus dos hijos.



 

“Mis niños están pintando y bailando en casa, mi hija sigue clases en televisión, hacemos uso de la computadora y celulares, leyendo, escribiendo, todo lo que se nos ocurra para que los dos chiquitines y nosotros estemos activos”, dice.

Lo más duro fue enfrentar el coronavirus que tuvo que sufrirlo en casa porque el sistema de salud priorizaba los casos más graves.

“Me sentía sumamente mal, me asistieron de manera remota y me dijeron que si los síntomas no pasaban de cierto nivel llamara, me recomendaron que me aislara, tuve síntomas, fiebre alta, diarreas, me dolía el pecho para respirar, aún así noté que a los tres o cuatro días que los síntomas iban bajando, pero me tomó de tres semanas recuperarme, per al menos no fui a dar a una UCI, espero no tener más secuelas”, dice Carlos.

El otro problema es que tanto él como su esposa han visto reducidas sus posibilidades de trabajo y sobreviven con una pequeña subvención estatal.

Carlos reflexiona que la pandemia lo ha vuelto “más humano de lo que he sido y lamento con toda la profundidad de mi ser, las muertes y daños sociales y económicos y culturales que ha causado”.

“Lamento la eclosión de gobiernos autoritarios que han surgido en los últimos meses en diferentes partes de todo el mundo”, dice.

Cañas llama a seguir las recomendaciones sanitarias, activar redes de solidaridad para ayudar a los más necesitados y pensar en el futuro.

“Tratemos de ayudarnos unos a otros, seamos más empáticos con los que están sufriendo, tratemos la manera de ayudar a los que tienen necesidades. Hay que pensar en el futuro, no solo tenemos que ver el horror que tenemos alrededor”, recomienda.

“Hay que tener esperanza, hay que ver hacia el futuro, habrá que recomponer y reestructurar la economía, muchas empresas y negocios tendrán que transformarse, debemos apoyar el consumo y el comercio local”, agrega.