Estela Durán / Iliana Cornejo


Estela Durán también se desarma al hablar de perdón, ella fue quién negoció el rescate de su hermano con el Ejército Revolucionario del Pueblo: “yo soy víctima, también. Me tocó cumplir con las exigencias que pedían”.

“El día de la navidad de 1986, nos mandaron una carta diciéndonos que sino cumplíamos era el último día que él iba a pasar con vida, ¡imagínese usted esas cosas amenazantes! para año nuevo hicieron lo mismo. Volvieron a mandar otra nota con las mismas cosas y me dieron ultimátum, que si el día 13, no habíamos terminado de cumplir las exigencias, sí lo iban a matar”, narra Estela Durán a Diario El Mundo.

Agrega que las cosas materiales que el ERP le exigió, las logró conseguir: dos mimeógrafos, dos generadores eléctricos, quince fardos de tela verde olivo y trescientas vacunas antitetánicas.

Habían pedido cinco sacos de abono que usaban para hacer explosivos, pero ese ya no estaba a la venta.

“Ellos pedían doscientos mil, pero francamente no se podía”, relata y asegura que entregó cincuenta mil colones. Durán tuvo que conseguir las vacunas en Guatemala, y camuflar quince fardos de tela verde olivo dentro de sacos de sal.

El sufrimiento y la zozobra de esos 37 días no los olvida y al preguntar si puede perdonar responde: “las lágrimas de mi madre no las devuelven”.