En cuatro años, los habitantes del cantón Los Conejos, caserío El Espino, jurisdicción de El Carmen, en La Unión, han visto fallecer a 16 mienbros de su comunidad, todos a causa de la insuficiencia renal crónica. Los últimos dos casos fueron hace tres meses, según un líder comunitario.

Aún desconocen la causa de la enfermedad, pero en la comunidad hay cinco habitantes que luchan por vivir, realizándose diálisis o hemodialisis, y unos ocho jovenes reciben tratamiento, porque sus riñones solamente les funciona en un 50 %.

Isilma del Cid, de 35 años de edad, fue diagnosticada hace siete años con insuficiencia renal crónica. Sus padres fallecieron de la enfermedad hace 16 y 9 años, y tres familiares más murieron recientemente.

La mujer de escasos recursos, pero gracias a altruistas gasta $585 cada semana para tratarse, con hemodialisis, ya que no tuvo la oportunidad en los hospitales nacionales de realizarse su tratamiento. Eso la llevo a buscar en el sector médico privado. Sobrevive de la ayuda que le brindan familiares y algunos de sus vecinos que residen en el exterior, aseguró Del Cid.

La mujer también aseguró que su hijo de 24 años de edad, también ya adolece la temible enfermedad.

"El médico lo que nos dicen que es hereditario, pero en el cantón El Espino son varias familias que están padeciendo la enfermedad crónica del riñón", detalla Isilma del Cid.

Los enfermos que están padeciendo la enfermedad dicen que están necesitando medicamento como eparina, solución salina, eritropoyetina y venofer.

Eduardo Argueta es otro habitante del caserío El Espino, cantón Los Conejos, que está en el proceso de hemodiálisis.

El hombre de 60 años señala que la comunidad está alejada de los servicios de salud y deben pagar, al menos, $30 de transporte para viajar a hospitales, tres veces por semana.

Ellos piden que el Ministerio de Salud equipe la unidad de salud de Olomega, a unos 15 kilómetros de Los Conejos, para hacerse sus tratamientos de diálisis y hemodiálisis.

"Estamos conscientes que estamos condenados a morir de esta enfermedad, pero no nos queremos ir todavía. La vida es bonita aunque a veces es duro por que tenemos que pasar en los hospitales públicos. Hay enfermeras que lo tratan mal y sabiendo el estado en el que está la salud de cada paciente renal ", aseguró Argueta.