Roxana Mangandi en una foto de su archivo personal posando frente a la catedral de Milán. / DEM


Todo empezó con dolores de cabeza bien fuertes, luego vendría la fiebre y la confirmación de que estaba contagiada por el coronavirus. Sin embargo, la salvadoreña Roxana Mangandi logró sobrevivir al COVID-19 y recibió un premio inesperado al superar la enfermedad: un pan dulce típico de Pascua, de manos de la Policía Municipal de Corsico, un suburbio de Milán, Italia, donde reside.

Roxana sospecha que se contagió en un restaurante que suele frecuentar cerca de su trabajo o en una cena que tuvo con amigos. Los síntomas empezó a sentirlos mientras Lombardía -la región de la que Milán es su capital- sufría el pico de casos y muertes que llamaron la atención a todo el mundo.

“Fue en las semanas que los hospitales ya no respondían los teléfonos porque estaba todo lleno”, comenta Mangandi, de 27 años y con 12 años de residir en Italia.

Todo empezó con dolores de cabeza bien fuertes: “Normalmente no padezco ni dolores ni mucho menos migraña y me duraron como cuatro días y un viernes en la noche empecé a sentir dolor en los músculos”, cuenta Roxana.

Inicialmente ella pensó que estaba siendo afectada por el cambio de estación. En Italia empezaba a irse el frío invierno y entraba la primavera.

“Pasé el fin de semana pensando que era por el cambio de estación pero el lunes que tenía que entrar a trabajar ya no pude porque empecé con las fiebres, la nariz tapada y sin poder dormir”, relata.

 

La fiebre le duró dos semanas y media

“Las primeros días fueron solo fuertes dolores de cabeza y después la fiebre con dolores musculares, además la nariz se tapa y gotea”, explica.

Finalmente pudo contactar a un médico que la atendió telefónicamente.

“El doctor me llamaba una vez a la semana y cuando pasó la primera semana y media me confirmó el diagnóstico. Además me dijo que llamara a emergencias sólo en caso de dificultad respiratoria”, cuenta Roxana.

Las primeras semanas no sufrió de la tos seca que usualmente se presenta, “Gracias a Dios”.

“Por eso pensaba que era una gripe de cambio de clima, me preocupé cuando pasaban los días y no se me quitaban los síntomas”, agrega.

La joven salvadoreña pasó su enfermedad aislada de todos. Su madre se quedó en El Salvador donde estaba de visita, porque cerraron el aeropuerto. Y sus hermanas están en otra ciudad. Solo estuvo con una de ellas, “que hasta la fecha no se me acerca para no contagiarla”, relata.

Roxana se recuperó hace unos seis días: “Aunque todavía estoy con tos pero con jarabes y té caliente me pasa un poco”.

Al recibir el alta médica, le sucedió algo que la llenó de alegría y emoción.

“La policía municipal de mi ciudad vino directamente a mi casa a dejarme un presente simbólico de lucha y esperanza, como lo hace con cada paciente recuperado: un pan dulce típico de Pascua”, nos cuenta.

En Corsico, su lugar de residencia, un pequeño pueblo cercano a Milán, todos se conocen y han respetado las normas así que son muy pocos los enfermos respecto a Milán “y Gracias a Dios ningún muerto”, dice Roxana.

Ahora, ya recuperada, esta salvadoreña que hace voluntariado dando clases de italiano a los salvadoreños que acaban de llegar, empezó a hacer los videos online ( a tavés deYouTube) para que todos aprendan y así reiniciar su vida después de esta experiencia.

Hasta ayer, el sitio del hospital Johns Hopkins registraba que en Italia se han recuperado 38,092 personas, que han padecido COVID-19.

 

La Policía Municipal de Corsico le entregó este postre como símbolo de lucha y esperanza ante la pandemia. / DEM