Este tipo de violencia escolar en El Salvador se genera cinco cuadras antes o durante el trayecto al centro escolar donde están los famosos grupitos de alumnos, al interior del aula de clases o en los recreos. Por medio de las agresiones verbales se consigue intimidar a las víctimas y de esta manera se aplica una relación de poder por medio del agresor o agresora, generando ausentismo parcial o total de las aulas de clases o intentos de suicidios en nuestro país cuyas causas no son las únicas en El Salvador.
El acoso escolar como otras modalidades de maltrato psicológico y físico producen secuelas psicológicas y se incrementa la posibilidad de enfermedades mentales a futuro, o como mínimo trastornos por estrés postraumático, y depresión.
Ha sido muy importante y me llamó la atención que la semana pasada la ministra de Educación manifestó a los medios de comunicación y llamó al problema por su nombre, y este es un cambio relevante, el poder aceptar y reconocer que se tiene este grave problema en el sistema educativo, y que están buscando el apoyo de la PNC y otras estrategias para comenzar a disminuir estos datos.
Durante el año 2019 se recibieron en violencia psicológica más de 900 denuncias, en modalidad física superaron las 500, y expresiones de matonería más de 400 según los datos del Observatorio del Mined.
El abordaje debe ser múltiples intervenciones a nivel de prevención y educación de las familias, de los estudiantes, comunidad y con un enfoque socio cultural. Es una responsabilidad primaria de los padres en la familia, pero si en la familia se practica violencia intrafamiliar será muy complicado formar a niñas y niños este sería el primer nivel de prevención primaria.
Las medidas secundarias, ya específicas con alumnos al interior de centros escolares y con los docentes para poder identificar y facilitar los protocolos de denuncia y asistencia, lo cual requiere capacitación y adiestramiento. En esta etapa son importantes el apoyo de prevención y resolución temprana de conflictos.
Las medidas terciarias deben enfocarse al apoyo a los protagonistas de los casos de violencia escolar. No se soluciona con expulsar a las niñas, niños y adolescentes que replicarán la violencia en su comunidad y además abandonarán el sistema de educación.
Hay una realidad que merece atención y es que ahora en El Salvador existe una comunidad que ya no es sólo física, ni se limita al centro escolar, y es la “comunidad virtual” por medio de las redes sociales e internet, en donde se suman los perfiles falsos y el anonimato donde se atacan a niñas, niños y adolescentes.
Padres de familia necesitan asumir su responsabilidad, establecer una verdadera, genuina y sincera comunicación con sus hijas e hijos, brindarles amor y fomentar la identidad en ellas y ellos, ya que en la calle y en las redes sociales se trabaja fundamentalmente en presión de grupo, y eso lleva a niños, niñas y adolescentes a buscar y ganar protagonismo para ser reconocido en un grupo determinado, y es la violencia la forma predilecta de tratar de destacar.
Nos genera indignación cuando vemos estos casos en televisión y redes, pero por que las escuelas y colegios deberían ser diferentes de una sociedad que privilegia la violencia, la violencia y acoso escolar forma parte de una sociedad sin tolerancia y cultura de paz.
