El cordón sanitario es una metodología de control de brotes de enfermedades infecciosas originado en el siglo 17 para el control de la peste negra (black death) en Europa. En su aplicación se determina una zona geográfica de cuarentena, y las personas que habitan dentro del cordón no se les permite salir ni entrar del mismo. El principal objetivo de un cordón sanitario es prevenir la entrada de personas infectadas de una zona donde el virus se encuentra circulando hacia una zona donde existe una alta proporción de susceptibles y así prevenir un aumento de la cadena de transmisión de la enfermedad.
Durante la Edad Media las comunidades o zonas afectadas eran acordonadas con vallas o paredes construidas para este fin. Similarmente la estrategia se ha utilizado para bloquear otras enfermedades infecciosas como la fiebre amarilla en los Estados Unidos en los 1800, en Polonia durante un brote de tifus en la primera guerra mundial, y últimamente en África. A través de la historia su implementación es controversial, pues se ha relacionado con inclinaciones racistas y discriminatorias afectando excesivamente a minorías en los países donde se ha utilizado. La evidencia de efectividad en la contención de epidemias es variable.
Clínicamente, cordones sanitarios a escala pequeña (cuarentena de enfermos y sus contactos) han probado ser efectivos en la contención de la transmisión de enfermedades, sin embargo, cuando implementados a mediana y larga escala (municipalidades, departamentos y escala nacional) la evidencia demuestra que su aplicación es difícil, inefectiva, y con problemas éticos, al limitar la libertad de los individuos y su acceso a servicios esenciales. Adicionalmente, la implementación de estos cordones a nivel nacional ha tenido efectos económicos y de salud publica devastadores.
En todo caso, siempre que se aplica un cordón sanitario es imprescindible que se provea a las personas dentro del cordón con agua, alimentos y otros servicios esenciales como medicinas, por todo el tiempo que dure la restricción al movimiento de las personas.
El 23 de enero de 2020, un cordón sanitario fue impuesto por el gobierno chino alrededor de la ciudad de Wuhan. El objetivo de dicho cordón fue el de prevenir la transmisión del virus SARS-CoV-2, causa de la enfermedad COVID-19, al resto de ciudades aledañas a Wuhan. Esto se complementó con la imposición, tres días después, de restricción de viaje para la población entera habitando la provincia de Hubei.
En abril del 2020, se publicó un estudio (https://doi.org/10.1101/2020.04.16.20067504) de la escuela de medicina tropical y salud publica de Londres, que tenía por objetivo medir el impacto que esta medida radical había tenido en la expansión de la epidemia desde Wuhan a otras ciudades chinas. Los resultados del estudio concluyen que la imposición del cordón sanitario en la ciudad de Wuhan no previno la expansión de covid-19 desde está a otras ciudades chinas, y que medidas locales de intervenciones no farmacéuticas, como distanciamiento físico y uso de mascarilla, eran probablemente más importantes para la contención de la epidemia.
En nuestro país, El Salvador, se han impuesto múltiples cordones sanitarios de escala variable durante los seis meses que ha durado la epidemia de covid en nuestro país. El último actualmente aplicado en San Francisco Gotera, Morazán. La implementación de esta estrategia, favorecida por el actual gobierno, ha sido muy controversial, llevando incluso hasta demandas judiciales en su contra. La inefectividad de este tipo de medida, documentada en publicaciones serias y científicas, obliga a las presentes autoridades de salud a producir evidencia fuerte y clara que justifique su implementación en nuestro territorio ante la población salvadoreña.