En un lugar de comida rápida pasé conversando con un paisano, hablamos sobre un periódico que se publicaba en la Universidad de El Salvador, su nombre era bastante creativo “Bisturí”. Recalcar que en ese periódico se publicaba todo lo que estaba en contra del Gobierno de los años previos al conflicto armado. No había libertad de expresión como la que se desborda en la actualidad. Ese bisturí era hiriente en cierto sentido para los capitalistas. Esas palabras herían la sensibilidad de los neoliberales. En toda nación siempre habrá detractores, no importa la ideología. En el caso salvadoreño se debe prestar atención que, para iniciar una operación y sacar del estuche el bisturí y curar los cánceres malignos, se debe hacer un complejo análisis.

Cada sábado el gobierno hace propaganda, manifiesta al pueblo a través de su Presidente y sus seguidores que el país marcha en camino correcto ¿Será que todo el pueblo se traga todo el discurso? ARENA manifiesta tener la fórmula para curar los males ¿A quién debemos creerle? Se debe hacer una liposucción.

El salvadoreño, no importa su condición económica, social, sea obrero o empresario, estudiante o ama de casa, etc., todos empujamos el mismo barco; sin embargo, desde 1992 no logramos encontrarle un sentido hacia el camino del desarrollo. Pareciera que se necesita de un bisturí bien afilado ¿Quién tendría que realizar el primer corte? La respuesta la tiene el pueblo.

En esa operación para extirpar los males, tendría que sacarse la corrupción a miles de políticos, el despilfarro de cientos de empleados, en especial de las altas diligencias. Se tendría que extirpar a través de una CICIES o Probidad que ya existe, a todo aquel corrupto que se aproveche del erario del pueblo. No importa si se justifica que la compra de una papaya es parte de la dieta o que la camioneta con placas nacionales se la prestó a la hermana para un pequeño paseo.

Ya basta de ver a tantos funcionarios en camionetas blindadas, plazas fantasmas, hospitales que respiran muerte en vez de salud. Ese es el caso de los hospitales públicos, qué más ejemplo crónico el hospital Rosales. Dese una visita a media noche y parecerá ver “The walking Dead”. Algunos pacientes con insuficiencia renal y otros males yacen en el suelo esperando ser atendidos. Obvio, no es culpa de los doctores, enfermeras o personal administrativo, es el sistema que no responde.

El bisturí debe abrir sigilosamente la corrupción y extirpar los males. Que ese desecho putrefacto se vaya a la cloaca o se deposite por muchos años en un penal. Tanto el FMLN y ARENA le han dicho al pueblo que han limpiado sus respectivos institutos políticos; sin embargo, la misma historia se repite. Hay muchos males que se deben escarbar todavía. Así como la campaña que lanzó el periódico El Faro.

El pueblo quiere salarios justos, empresarios honestos, educación, salud y trabajo, pero no a cuenta gotas. Sabemos que, mientras algunos funcionarios gozan de sobresueldos, asesores, ranchos en la playa, viajes, operaciones faciales y lujos; el pueblo sufre.

El Salvador, en vez de que se le realice un diagnóstico, necesita que sea curado. Ya no necesita un bisturí afilado. Mejor que se piense en un país con paz y progreso. El pueblo ve a diario la delincuencia, observa los medios de comunicación anunciando que surge un nuevo corrupto.

Es que no podemos hacer caso omiso de la buena salud que pueda tener el país en ciertos momentos. No obstante, parece que el país padece de un mal: “la corrupción”. No existe medicina alguna u operación que lo aniquile por completo. Para eso se necesita de leyes justas, un sistema judicial neutral.

Ya falta poco para tener elecciones para alcaldes y diputados, será el termómetro que indicará lo que quiere la población. Como ciudadano deseo que no se siga suturando El Salvador y parezca que no hay remedio que le sane. Pobre de mi pueblo que busca cura y al mejor doctor y no lo encuentra. Pasan los años y los nuevos Presidentes no encuentran cura. Parece que el bisturí se empecina en seguir sacando los males, pero nunca termina de suturar las heridas. Todos los que sufrimos de males endémicos debemos luchar por sacar adelante al país; no es tarea fácil tener progreso y oportunidades. Se necesita de un remedio que cure los males de raíz. Un consejo sano, seamos unidos y no individualistas.