En el mundo artístico he conocido a muchas personalidades, empero, con Fernando Llort nunca tuve una conversación. El famoso artista puso en alto el nombre de El Salvador, así como lo hacen deportistas, cantantes, escultores, entre otros. Fue un multifacético artista que buscaba que admirasen su arte. Ahora descansa en paz. Cultivó su arte con estilo maya en La Palma, Chalatenango, luego se fue diseminando. “El Árbol de Dios” lo abrió en San Salvador como galería de arte; su arte quedó plasmado en cerámica, madera y vidrio. Esos paisajes cuscatlecos, con dibujos de casas, praderas, rápidamente hace que las personas digan “esa es obra de Fernando Llort”.

En los aspectos culturales los salvadoreños somos reacios a saber sobre pintores, poetas, escultores, etc., quizá sea, porque nos preocupamos más en salir a flote cada día o por la falta de educación. El legado que más recordaremos de Llort fue el mosaico que elaboró en la Catedral Metropolitana de San Salvador; sin embargo, fue demolido. Con respecto a la mutilación de la obra de arte del pintor, escultor, muralista, compositor e intérprete, quedamos anonadados y reflexionamos que el arte debe respetarse en todos los sentidos.

El pintor fue inteligente y objetivo al declarar por un medio escrito que no quería estar menoscabando la imagen de la iglesia Católica; manifestó conmoción por los fuertes comentarios realizados hacia la jerarquía de la iglesia Católica en diferentes medios de comunicación. “El mural de Catedral Metropolitana titulado La Armonía de mi Pueblo nació como una expresión artística dedicada a la paz. Ni mi arte ni mi tristeza valen más que la paz y la armonía. Si mis palabras no construyen, prefiero guardar silencio. He visto con preocupación posturas de irrespeto a la Iglesia y expresiones de violencia, las cuales rechazo categóricamente. Ante los últimos acontecimientos, he optado por apartarme de todo asomo de discordia. A partir de hoy, nos excusamos mi familia y yo de participar en discusiones sobre el tema del mural de Catedral destruido hace unos días”.

En una ocasión conocí al artista Carlos Cañas, quien me comentó que tuvo problemas con la obra El Sumpul, la cual reflejaba el asesinato de inocentes por parte del ejército salvadoreño; me contó que tuvo que exiliarse por la polémica pintura. Actualmente esa famosa obra de arte se exhibe en el museo MARTE. Con él hasta nos tomamos unos vinos y tuve el honor de escribir sobre su legado en La Prensa Gráfica.

Fernando Llort, ese señor barbado y con ropaje peculiar, recibió muchos reconocimientos como artista, fue declarado Hijo Meritísimo por la Asamblea Legislativa en el año 2003 y en el año 2013 le otorgaron el Premio Nacional de Cultura de parte de la Secretaría de Cultura (SECULTURA), actualmente Ministerio de Cultura. Su mezcla entre matices precolombinos, arte pop y modernista, me hace recordar al artista Andy Warhol. El arte de Llort es un híbrido entre la religiosidad, la identidad y el idealismo salvadoreño. Lo religioso es contemplado en la obra “Cruz Romero”, en honor a Monseñor Romero.

El legado de él es tan grande que hasta un centro escolar en San Salvador lleva su nombre.

Sus obras fueron expuestas por muchos museos y galerías del mundo. En el año 2012, sus laboriosas manos crean en el “Monumento Bienvenido a Casa”, la obra “Abrazo fraterno”.

En todo El Salvador se evidencia el legado del connotado artista, ojalá que nunca se olvide su arte y que las nuevas generaciones de artistas tomen su ejemplo.

Por ello creó la “Fundación Fernando Llort para el Fomento del Arte y la Cultura”, la cual queda como semillero para los que deseen aprender su arte, a la cual se suma la cooperativa “Semilla de Dios” en La Palma, la cual fue nombrada así, ya que, inició puliendo una semilla de copinol. En algún lugar del planeta, en alguna sala, alguien tiene colgado un cuadro del artista. “En todos mis caminos he puesto un poco de fe y de amor. El talento viene de Dios y yo me inspiro en Él. Yo siempre me he identificado con el costumbrismo salvadoreño y con la flora y fauna de El Salvador, tratando de estilizarlos hasta llevarlos a un primitivismo con elementos mayas y modernos”. Fernando Llort Choussy, en el cielo se dibuja una obra de él. Que descanse en paz. Y, como dijo el poeta Alfredo Espino, cambiándole un verso “Serán mares de gente su despedida”.