Cuando hay calamidad, catástrofe (terremoto, guerra, inundaciones, etc.) u otra razón de mucho impacto de afectación al país, el presidente de la República, puede comunicar al presidente de la Asamblea Legislativa se convoque urgentemente a reunión extraordinaria para decretar estado de emergencia. El artículo 167, numeral séptimo manifiesta “Convocar extraordinariamente a la Asamblea Legislativa, cuando los intereses de la República lo demanden”.
Una tarima tiene que ser de diálogo, no de confrontación, recordemos que antes, en tiempos de los gobiernos militares, el poder Ejecutivo tenía todo el poder o se hacía ver al pueblo que los tres poderes del Estado trabajaban individualmente.
Como docente universitario y siendo parte de la academia, analizo que es mejor dialogar.
Las tarimas en donde se paraban los traidores a la Constitución, los que clamaban por una insurrección, los que buscaban dividir al pueblo, debe quedar en la historia. El presidente Bukele anhela que cese la violencia en el país, así el pueblo también.
Se le comprende que los 109 millones de dólares servirán para combatir la violencia e inseguridad. Pero no es bueno que a través de un comunicado en Twitter invite al pueblo a una reunión en la Asamblea Legislativa.
El Salvador ya sufrió una guerra y, desde 1932 han habido movimientos que, lo único que dejaron fue luto y dolor. Todo el pueblo sabe que Bukele tiene poder en dirigir masas, análisis que se realiza en las teorías de la comunicación y otras cátedras en las universidades.
Señor Presidente, hasta el momento usted ha tenido aceptación a nivel nacional e internacional, no se deje influenciar. Mejor dialogue. El pueblo está compuesto por gremiales, iglesias, empresa privada, universidades, entre otros.
La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, presidentes de otros países y organizaciones, instaron a que se respeten los poderes del Estado en El Salvador. Es mejor subirse a una tarima para dialogar, para conversar. Como Academia podemos proponer o planificar planes que ayuden al desarrollo político, económico, cultural y social.
El tener a un gobierno de corte popular, es un indicativo que el pueblo está a expensas que puede ser convocado a la insurrección sin importar las consecuencias a la democracia.
Otro análisis, todas las personas que rondamos los 40 años o más, sabemos que la democracia salvadoreña está aún en pañales. La juventud debe analizar que este país o sea el pueblo, anhela cambios. Poco a poco los cambios positivos se irán dando. Nada impuesto es bueno para una democracia.
El domingo 9 de febrero, el presidente Bukele entró al Salón Azul de la Asamblea Legislativa, la cual estuvo militarizada. Se pudo dar un golpe de Estado con el hecho de haberse sentado en donde lo hace el presidente de la Asamblea Legislativa. Un domingo inusual, Bukele se subió a una tarima y volvió a tomarle el pulso al pueblo.
Luego del discurso, entró al Salón Azul, se sentó, oró y se retiró. Tuvo al país en vilo.
El Salvador pudo haber amanecido el día lunes con un presidente y con dos poderes del Estado a sus órdenes. Hasta el mismo diputado Guillermo Gallegos quedó estupefacto por la reacción de Bukele. Un botón fue suficiente para cambiar la democracia salvadoreña. El populismo es peligroso.
Los roces entre el órgano Legislativo y órgano Ejecutivo deben cesar. No estamos para golpes de Estado. Todo el mundo evidenció que Nayib Bukele pudo hacerlo. Ningún país democrático tiene el poder absoluto. Y, para que todo marche bien, es recomendable que cada poder trabaje individualmente y lo haga para el pueblo. El diálogo es la llave para garantizar la democracia.