El representante del sindicato, Roberto Zaldaña, señaló que supervisoras de un grupo de empresas llegan a repartir el trabajo a partir de las 5:00 de la tarde en las viviendas de las bordadoras, quienes se tardan entre ocho y 16 horas para elaborar cada pieza que venden a $2.50 pese a que los productos con dichas piezas son vendidos a $200 en la quinta avenida de Nueva York, Estados Unidos. “Si la pieza está sucia, ellos se la llevan, no se la pagan”, dijo.
Agregó que, si no ratifican el Convenio, el Ministerio de Trabajo tendrá poca posibilidad para hacer inspecciones de trabajo porque pueden ir a la empresa, pero las bordadoras no están ahí.
Bordando frente a los diputados, Carmen, una de las bordadoras, explicó que no tienen ninguna prestación de ley y que las empresas buscan los lugares en donde están las mujeres de más bajos recursos. “Un salario digno, el salario mínimo que tendríamos que tener, el seguro”, expresó.
Los diputados elogiaron el trabajo de las bordadoras. “Hoy más que nunca se les exigen a las empresas que no abusen de los trabajadores. Detrás de esas piezas tan lindas a veces hay abusos, mi solidaridad”, les dijo Milena Mayorga, de Arena.
El Sindicato ha identificado a 300 bordadoras y trabaja con el Departamento de Estado, el Congreso y el Departamento de Trabajo de Estados Unidos.