El excanciller y el exjefe de diálogo en las negociaciones de la paz por el Gobierno, Óscar Santamaría, cree que Nayib Bukele no hubiera llegado a la Presidencia sin la democracia que se logró a partir del Acuerdo de Paz de 1992. Cree que “los pueblos que no leen su historia están condenados a repetirla”.

 

¿Qué significa cumplir 28 años de la firma de la paz?

Viene a ser una conquista más en el tiempo de la consolidación de una paz duradera que le ha propiciado al país la oportunidad de una nueva convivencia sobre la base de la paz, la democracia, los derechos humanos para plantear las oportunidades de construir un mejor El Salvador. Como decía un amigo, no todas las veces están conmemorando años de paz sobre todo en el mundo actual de grandes controversias.

 

¿Es útil para los salvadoreños recordar este momento histórico?

Siempre he considerado, y lo dice un adagio popular, que los pueblos que no leen su historia están condenados a repetirla, tenemos que conocer siempre lo que ocurrió en aquel momento. Si las nuevas generaciones no lo logran captar y ubicar, hay preocupación grande de que hechos que pudieran tener gran significado en la conducta del ser humano puedan quedar a un lado sin poderlos considerar como ejemplo, que los conflictos se tienen que resolver sobre la base de la fuerza de la razón y no sobre la fuerza de las armas. Es lo que tratamos de trasladar a estas nuevas generaciones, nos encontramos en una nueva etapa de poder realizar sueños pero sin olvidar el pasado.

 

¿Sirvió la guerra?

Así como dicen algunos para qué sirvió, otros dicen que por qué ocurrió, otros dicen que por qué no se logró una paz diferente. Son interrogantes que habrá de responder, sí creo que los hechos nunca el ser humano los quiere propiciar en la vía negativa. Si por todo el hecho que ocurrió, que había una serie de déficits en la manera de cómo el país se conducía (...) Sabemos que los diálogos nunca prosperaron, estalló el conflicto y propició sufrimiento (...) Qué bien que se llegó a entender que no había posibilidades de resolver esto por la vía militar y que había que recurrir a una vía de solución pacífica y es quizás el mérito de las partes.

 

Algunos creen que no es oportuno celebrar la paz porque no hay conciliación. ¿La hay?

Uno de los temas que se aparecen en la agenda de Ginebra, el acuerdo matriz firmado en abril de 1990, y que da la base para iniciar la mesa de diálogo, es la recomposición del tejido social o la reconciliación. Es lo más complicado en los conflictos internos porque sí se polariza la sociedad, cuando hay de por medio valores humanos que se pierden. Por eso, se cree que hay ciertas etapas de confrontación contestatarias, ya no la confrontación armada, pero la confrontación verbal y el antagonismo ideológico siempre existe y eso hace que a veces se crea que no hay un resultado como todo mundo lo quisiera tener después de la firma de la paz, pero Chapultepec no podía hacer todo esto. Era la parte siguiente que teníamos que hacer. Todos los actores no hemos puesto el mejor empeño para que esos espacios de polarización se superen. El balance es favorable, diferencias va a haber en toda sociedad en el mundo. Tenemos que entender que pueden haber diferentes maneras de pensar.



¿Qué significa que por primera vez haya un gobierno dirigido por una persona no vinculada a un protagonista de la guerra?

Es otro de los ejemplos y de los resultados que podemos analizar, hasta dónde esta agenda construida con la firma de los acuerdos ha sido capaz de ir generando nuevas formas de poder ver la vida, en la parte política es donde se dan los avances más extraordinarios en el caso de El Salvador, yo voy a repetir la frase que dijo un embajador de la Unión Europea: El Salvador es el oasis de democracia que tenemos que admirar en Centroamérica en estos momentos. ¿Cómo es posible que al final hayamos podido construir por etapas una agenda de fortalecimiento democrático sobre la base de poder generar oportunidades para todos? Este nuevo personaje que surge en la vida política institucional de El Salvador, que ostenta el poder actual y que es el presidente de la República, nunca lo hubiera logrado si estuviésemos hablando de décadas pasadas, nunca hubiera ocurrido, ni en sueños, esto se logra ahora, que evaluamos y medimos hasta dónde hemos llegado, es producto de la democracia, de poder considerar la llegada al poder de un nuevo personaje que se aparta de las estructuras tradicionales partidarias y se convierte en presidente dentro de un movimiento ciudadano que posteriormente se está convirtiendo en partido. Hay un abono real de que hemos avanzado en pleno siglo XXI más de lo que alguien se pudo haber imaginado.

 

Perfil

Óscar Santamaría Doctor en Jurisprudencia, con posgrado en derecho laboral, exministro de Justicia, exministro de la Presidencia y excanciller de la República. Fue jefe de diálogo en las negociaciones de la paz por el Gobierno, exsecretario general del Sica.