El excanciller de la República delegado para negociar el proceso de paz por parte del Gobierno, Óscar Santamaría, aseguró ayer que el proceso de negociación del fin del conflicto en El Salvador se dio entre partes que estaban involucradas en una guerra. Eso no detuvo la negociación. Alfredo Cristiani, quien presidió el Gobierno desde junio de 1989, lo invitó a su gabinete. “Es la obra más compleja en la que yo estuve, es el reto más grande, el desafío más grande que tuve”, sostiene.

 

¿Cuál es su expectativa ahora que la ONU aceptó verificar unos acuerdos de segunda generación?

Lo que ha hecho es aceptar un papel de buenos oficios, hay que elaborar una agenda de país, eso significa que la presencia de ellos va a dar a la mesa un estatus de estabilidad, de continuidad, seriedad, nivel de altura, de poder establecer normas de diálogo, de poder darle un grado de calendarización y, una vez alcanzados los acuerdos, asumir el papel de verificador, que lo que se ha firmado se cumpla. En otras palabras sería un intermediario que estarían nombrando específicamente solo para eso.



¿Estarán de acuerdo los actores políticos?

Van a ser invitados. Hay consultas previas que según dijo el canciller, hay actitudes, hay simpatía a favor de esto. Naciones Unidas ha hecho una valoración previa. Por eso, vinieron misioneros de las Naciones Unidas a platicar con las fuerzas vivas del país y, por lo que entiendo, el resultado fue favorable.



¿Qué pasa si en estos dos años preelectorales ese acuerdo se usa por uno y otro bando para decir: el otro no quiere negociar, solo yo?

No creo que quede margen para eso. Así se quiso hacer con la paz y la paz se impuso por sobre todo eso, privó el interés del país. Creo que todo lo que significó poder encontrarse en un escenario donde los intereses de El Salvador están por delante fue lo que no dio oportunidad para eso. Hoy también va a ser así. El que quiera ser tomado en cuenta tendrá que mostrar que sí le interesa el país.

Que pueden haber restricciones por el mismo ambiente que se vive, pero esos son los problemas que hay que darle respuesta dentro de las políticas que el Gobierno está llevando. Ahora que este paso se va a dar, vamos más allá, a la construcción de políticas de Estado, no se agotan en un Gobierno, continúan con los gobiernos que vengan. Pero eso ya no es una construcción de dos que estaban en una mesa para buscar una solución al conflicto armado, eso significa la participación de todos los ciudadanos. Hoy la paz es responsabilidad de todos, no es de una cosa en particular. ¿Qué tenemos que cambiar? Las actitudes, con cultura de paz. ¿Viene desde arriba? No. Es un eje transversal en toda la sociedad, porque estoy haciendo que se haga valer la persona humana. Venimos de una transición de la guerra a la paz pero sí hay que hacer todo un proceso. Este es un proceso que ahora se va a iniciar, ojalá que podamos contribuir. Como dijo alguien: las energías hay que utilizarlas para esto, no para descalificarnos o criticarnos.

 

En 1989, ¿cómo se decidió hacer la propuesta para negociar la paz?

El presidente dio el campanazo, el día en que tomó posesión, el 1 de junio, el contenido principal de su discurso fue la invitación a los alzados en armas para hacer la paz a través de una solución política negociada. Y eso fue lo que impactó, nadie creía que un partido de derecha pudiera hacer una oferta al inicio de su administración. Eso impactó a todo el país e impactó a la comunidad internacional.