Cinthya Arnson, directora del Programa para América Latina del Woodrow Wilson International Center for Scholars, aseguró que la solución a la inseguridad en El Salvador “va a necesitar más y mejores policías”.

Invitada recientemente por la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), Arnson manifestó que El Salvador tiene una “tarea titánica” y enfrenta un problema de “número” y no solo de calidad.

Según Arnson, el Estado debe “recuperar el control territorial”. En un foro sobre la seguridad pública en El Salvador, observó que América Latina es la única región del mundo donde la violencia letal aumentó durante la primera década del siglo XXI.

La especialista señaló que los programas de prevención “están siendo financiados por la comunidad internacional principalmente”. “Eso no es sostenible en el tiempo”, señaló, incluso, con la ayuda recibida en el plan Alianza para la Prosperidad.

Arnson advirtió que el país debe centrarse “en una dos o tres cosas” porque considera que un plan con demasiadas medidas “no es viable”.

Para Eduardo Núñez, no importan cuánto se aumenten las penas si las fiscalías de los países no mejoran sus métodos de persecución criminal. Núñez sostiene que es necesario agregar procesos de reforma, modernización y depuración en las policías. “Cuando las instituciones carecen de capacidad de enfrentar la violencia, empieza a admitir la justicia por mano propia”, señaló.

Kevin Kasas Zamora, director del Interamerican Dialogue y ex segundo vicepresidente de Costa Rica, enumeró las amenazas y los problemas que generan la inseguridad: baja el apoyo a todo el sistema democrático, sube el apoyo a los golpes de Estado y la disposición de la población a que “las autoridades violen la ley”, y aumenta la desconfianza interpersonal.