René León. Exembajador salvadoreño en EEUU


Como buen conocedor de la política estadounidense y su relación con El Salvador y Centroamérica en general, René León advierte sobre un giro importante si en las elecciones de noviembre próximo. León fue el embajador de El Salvador en Washington por 12 años y fue una pieza clave para negociar el CAFTA y el TPS con las administraciones Clinton y Bush. En esta entrevista, León hace un análisis de cómo podría impactar la elección del 3 de noviembre en Estados Unidos a El Salvador.

 

¿Cómo debe prepararse Centroamérica y El Salvador en particular para las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre próximo?

Los procesos electorales son un procedimiento democrático soberano de cada país. Así, la única y mejor forma en que Centroamérica y El Salvador en particular pueden prepararse para ese escenario es informándose a fondo sobre los planteamientos y plataformas de los candidatos (Joe) Biden y (Donald) Trump, en nuestro caso especifico en lo relativo a su visión de política exterior, migración, cooperación, y seguridad nacional. Es importante estar preparados para reconocer a los miembros y los antecedentes de los respectivos cuadros técnicos y políticos, y tratar de establecer de manera temprana un canal de comunicación o de contacto con ellos para transmitir nuestras inquietudes, puntos de vista, y los intereses de nuestro país y de la región para tratar de incidir en la formulación de la política exterior, y que en la medida de lo posible sean tomados en cuenta desde el comienzo de la futura administración que empezará a trabajar en Enero de 2021. Hay temas transversales de tipo regional, y otros temas más vinculados a la relación bilateral de cada país con los Estados Unidos. Hay que estar preparados para dialogar anticipadamente con la nueva administración Biden, o con la segunda administración Trump sobre ambos temas.

Debe también de tomarse en cuenta que en Noviembre de 2020 no solo estará en juego la Presidencia de los Estados Unidos, sino también se elegirán 438 diputados de la Casa de Representantes, y un tercio de los 100 miembros del Senado. Por tanto, en Noviembre potencialmente puede cambiar totalmente el equilibrio del poder en los Estados Unidos, y para lo cual El Salvador y los demás países de Centroamérica tienen que estar preparados, conociendo a todos los actores políticos -nuevos y tradicionales- y por lo menos conociendo sus ideas y tendencias, de tal forma que se puedan identificar tempranamente a los “aliados” del país y de Centroamérica.

En un escenario post-pandemia COVID 19 debido a los vínculos económicos, comerciales, políticos, y culturales y teniendo en cuenta que hasta el 30% de la población salvadoreña reside en este país, las relaciones regionales y bilaterales con la administración que tome las riendas de Estados Unidos en el 2021, serán mas cruciales que nunca, y por eso deberíamos prepararnos estando más cerca que nunca y apareciendo en la pantalla de radar de los tomadores de decisiones tanto de la nueva administración y del Congreso.

 

¿Qué cambios sustanciales podríamos encontrar en la relación con Estados Unidos si gana Biden?

Muchos analistas políticos en Washington DC coinciden que si gana las elecciones Presidenciales Joe Biden, estaríamos a las puertas de una tercera administración Obama. Si ese fuera el caso, para Centroamérica y El Salvador en particular podríamos esperar un retorno a la política exterior y un enfoque en materia de cooperación basado más en el apoyo a los esfuerzos de desarrollo de nuestros países, y con menor énfasis en medidas unilaterales para salvaguardad la seguridad nacional de los Estados Unidos. En otras palabras podríamos esperar que desaparezcan o se tamicen muchas de las políticas anti migratorias de la actual administración Trump, y gran parte del sesgo y actitud xenofóbica que caracteriza actualmente muchas de las políticas públicas internas de los Estados Unidos. Asimismo, cabría esperar una actitud más fuerte y firme del Gobierno de los Estados Unidos hacia nuestros países para hacer vale y promover la separación y el equilibrio entre los Poderes del Estado, combatir acciones autoritarias, un mayor respeto a los derechos individuales, a la libertad de prensa y de expresión, y en general al funcionamiento de una democracia funcional con respeto a la Constitución.

Igualmente, una administración Biden retomará con seguridad el énfasis de su política exterior hacia Centroamérica basada en la cooperación para el combate frontal a la corrupción, programas de prevención de la violencia y la criminalidad sobre todo aquella originada por las pandillas, combate al crimen organizado, y programas de cooperación técnica y económica basados en lograr mayores tasas de crecimiento y oportunidades económicas sobre todo para jóvenes en riesgo y grupos vulnerables, y en enfrentar los determinantes fundamentales de la migración indocumentada de nuestros países a los Estados Unidos.

Es importante también tomar en consideración que hay otros analistas que consideran un riesgo de una potencial administración Biden, que baje la guardia por razones mas ideológicas y de pensamiento político en la lucha contra regímenes totalitarios en America Latina como la dictadura Ortega-Murillo en Nicaragua, la de Maduro en Venezuela; o incluso que pudiera oxigenar y potencia de nuevo las relaciones diplomáticas con el régimen de Cuba. Estas y otras consideraciones geopolíticas de una eventual administración Biden habrá que seguirlas muy de cerca.

 

¿Y si Trump continúa?

Creo que esta historia ya la conocemos y la ha sufrido en carne propia la comunidad inmigrante salvadoreña en los Estados Unidos: en materia migratoria, podemos esperar mas de lo mismo. Mas medidas anti-inmigrantes en las políticas publicas que implementa a lo interno los Estados Unidos; presiones por la firma de acuerdos que nieguen derechos internacionalmente reconocidos de los migrantes como el derecho de asilo; endurecimiento de la seguridad en la frontera, negación de servicios públicos para los inmigrantes, estigmatización de los migrantes como pandilleros, criminales, etc.

También habría continuidad de una política exterior basada exclusivamente en los intereses de seguridad nacional de los Estados Unidos, en donde cualquier Presidente o líder de nuestros países que haga lo que Trump disponga y ordene en materia de seguridad nacional es un aliado de los Estados Unidos, no importa si su gobierno es corrupto, si tiene tendencias autoritarias o totalitarias, o si se quiere reelegir modificando la constitución. En materia geopolítica en America Latina, Trump tal como lo advierten sus adversarios políticos rusos, iraníes, chinos, o norcoreanos, es decir seguirá comportándose como un Tigre… pero con garras y colmillos de papel.

La política de la administración Trump ha tenido un aporte muy marginal al desarrollo de Centroamérica y de nuestro país en general. Basta recordar que ha mantenido congelada por más de la mitad de su gobierno los programas de desarrollo que se ejecuta el AID, MCC, INL u otras agencias de su gobierno, que en general solo han terminado de ejecutar programas que habían sido aprobados durante la administración Obama.

En conclusión, más allá de una supuesta afinidad ideológica, o una identificación con una política de Estados Unidos basada en el nacionalismo y en una agenda conservadora a ultranza, una segunda administración Trump tendría muy poco que ofrecer a El Salvador y Centroamérica.

 

El tema migratorio es un asunto recurrente en Estados Unidos. ¿Cuál de los dos candidatos nos conviene mejor como país y como región?

Como regla básica general una administración Demócrata podría ser más favorable a los intereses de estabilidad permanente migratoria para los salvadoreños y centroamericanos que viven en los Estados Unidos. Sin embargo, no hay que perder nunca de vista que en última instancia quien decide sobre cambios o nuevas leyes migratorias NO es el Presidente de los Estados Unidos, es el Congreso. Y en ese campo, la experiencia diplomática desde NACARA me dejó la gran lección que la mejor oportunidad para cambios o nuevas leyes migratorias que den estabilidad migratoria permanente a nuestra población inmigrante es la existencia de apoyo bi-partidista, es decir de demócratas y republicanos. También aprendí la lección con NACARA y el CAFTA, que no importan las proporciones, se pueden tener 210 votos demócratas y solo 10 republicanos o a la inversa, pero lo importante es contar con los 219 o 220 votos para lograr la aprobación de legislación migratoria favorable. Y la misma historia, pero con otras reglas, es válida también para el Senado.

Nunca hay que perder de vista que la filiación política del candidato o Presidente de los Estados Unidos, importa pero no es lo más importante. Hay que recordar que durante la Presidencia de Obama, hubo momentos en que el Partido demócrata dominó el Senado y la Casa de Representantes, y que en teoría Obama, que favorecía una reforma migratoria integral, podría haber cabildeado a su propio partido a que apoyara dicha reforma. ¡Pero nunca lo hizo! Porque prefirió depositar y usar todo su capital político, en favorecer a su principal oferta de campaña que fue la reforma del sistema de salud conocida por “Obamacare”. En pocas palabras nada está escrito.

 

En el tema comercial, Trump ha impulsado una política proteccionista y ha renegociado el TLC con México. ¿Cuáles son las grandes diferencias entre ambos candidatos?

Es obvio que el lema político de la Presidencia y de la campaña política de Trump “America First” o America Primero es de entrada un eslogan proteccionista en lo comercial, y aislacionista en lo geopolítico. La visión de Trump y de sus asesores comerciales como Pete Navarro, o su Secretario de Comercio Wilbur Ross se basa en que las relaciones comerciales entre los países son un juego de suma negativa y en el mejor de los casos de suma cero para los Estados Unidos. Por eso la administración Trump se retiró de las negociaciones del “Trans Pacific Partnership”, esta visión también provocó las guerras comerciales con China y la Unión Europea durante todo su gobierno, impulso la renegociación del NAFTA ahora USMCA por sus siglas en inglés. Esto ha instaurado una mentalidad nacionalista, aislacionista y de protectorado comercial, en un país que hace solo unos cuantos lustros era considerado el baluarte principal del libre comercio a nivel mundial.

El candidato Biden sin ser un ápostol del libre comercio de ninguna manera, tiene una mentalidad más abierta que Trump en el tema comercial. Lo cierto es que en sus propias palabras de ser un creyente del “libre comercio” cuando votó a favor del NAFTA ha pasado a ser un creyente del “comercio justo” como cuando se opuso y votó en contra del CAFTA o al TLC EEUU-Perú. Biden cree en un comercio mas administrado que proteja y promueva los derechos de los trabajadores, contenga cláusulas de protección al medio ambiente, y que sea aplicable por todas las partes.



Trump ha puesto especial énfasis en las pandillas. ¿Continuará eso independientemente de quién gane en noviembre?

Como lo demostró en la reciente captura de varios miembros y dos líderes de la MS-13 en Estados Unidos hace un par de semanas anunciada en conferencia de prensa por el Fiscal General Barr y el mismo Presidente Trump, el combate al accionar de las pandillas en Estados Unidos es más para su gobierno un tema de su política doméstica que de política exterior, en tanto que pretende demostrar que el es un hombre que de orden y leyes, mientras sus oponentes políticos de lo que el denominada la izquierda política liberal muchos de los cuales son alcaldes o gobernadores de varios Estados, tienen un enfoque permisivo. El peligro de la política de Trump en contra de las pandillas, es que asocia el fenómeno con la inmigración ilegal, dando a entender a su base política que todos o la gran mayoría de los migrantes son pandilleros, y advirtiendo que Biden quiere abrir las fronteras de Estados Unidos a pandilleros y criminales.

El combate a las pandillas va a continuar independientemente del ganador de las elecciones. Lo que podría cambiar es el enfoque del combate a las pandillas. Es decir del enfoque Trump ya descrito, a un enfoque Biden más de prevención de las causas de la violencia y de la criminalidad vinculada a la actividad de las pandillas en nuestros países.

 

¿Si Biden gana las elecciones, habrá grandes diferencias en la forma de enfrentar la pandemia?

Uno de los factores más determinantes para que Trump aparezca en estos momentos abajo en las encuestas entre 5-8 puntos en Estados claves de voto independiente o de swing voters que ganó en 2016, y en algunos otros estados tenga entre 9-12 puntos de desventaja, es precisamente el percibido mal manejo de Trump de la pandemia. Mientras Trump desde Marzo pasado hasta hace muy poco estaba enfocado en minimizar el impacto sanitario y económico de la pandemia, se negaba a endosar el uso de mascarillas, promulgaba una reapertura de la economía o de las escuelas acelerada, daba información confusa, falsa o sin evidencia y base científica sobre la pandemia, o simplemente decía que la amenaza iba a desaparecer por arte de magia. Esto lo ha llevado a una pérdida importante de su credibilidad, y a una baja drástica del nivel de aprobación de su gestión.

Biden, según esas mismas encuestas, es percibido por los estadounidenses como una persona que manejaría mejor la pandemia, es captado como un hombre más humilde y sensato, que manejaría la pandemia basado en los criterios científicos y recomendaciones de los expertos, dejando que sean ellos los que recomienden los tiempos y acciones para combatir la pandemia. Biden se asocia más con el modelo de manejo de la pandemia de Andrew Cuomo, el gobernador demócrata de New York. Y Trump se asocia más al manejo de la pandemia del gobernador republicano De Santis de la Florida, cuyo manejo de la pandemia esta causando un caos sanitario y económico en dicho Estado justo en este momento.

 

¿Qué pronóstico ve en la relación bilateral El Salvador-EEUU con ambos escenarios?

Si el Presidente Trump ganara las elecciones presidenciales en noviembre, las acciones y la actitud del Departamento de Estado y de la misma Embajada de los Estados Unidos en El Salvador seguirá siendo tibia, complaciente, y hasta cómplice en relación a hechos como los del 9F, el desconocimiento del Gobierno salvadoreño y desacato de las resoluciones de la Sala de lo Constitucional, o la implementación de medidas de corte autoritario que violan los derechos humanos fundamentales de los salvadoreños, amenazan la libertad de prensa, o violentan la separación de poderes del Estado. En ese escenario, mi pronóstico es que la relación bilateral se mantendría igual.

En el escenario de que gane Biden, y con más razón si los demócratas llegan a controlar el Senado, la Casa de Representantes, y la Casa Blanca, la relación bilateral de los Estados Unidos y El Salvador podría sufrir reacomodos y cambios importantes, pues al modificarse significativamente la ecuación de poder en Estados Unidos, los énfasis, prioridades y sus políticas hacia el Gobierno de El Salvador con toda seguridad también cambiarían, y en algunos casos drásticamente.