David Ángel Escobar fue deportado en 2009. Fundó una empresa de electricidad. / Cortesía Cancillería


David Ángel Escobar fue retornado a El Salvador y, como cualquier otro compatriota, trabaja a diario para ganarse el sustento; admite que ha vivido martirios desde que, por buscar una vida mejor, abandonó su terruño.

“Tuve una experiencia muy desastrosa desde que salí de aquí”, afirmó. Él fue uno de los asistentes en el foro intersectorial para la protección a migrantes presentado ayer en Cancillería.

Recuerda que el desafío comenzó al cruzar la frontera entre Guatemala y México. “Había que cruzar el río Usumacinta en una lancha con capacidad para 12 personas”, afirma. Dicho río tiene un caudal de 900 metros. Él se acuerda cómo penas logró salvar a una niña de seis años que corría peligro de caerse.

Su llegada a Palenque, ciudad ubicada al sur de Chiapas, fue lo peor de su viaje. “Salieron personas que nos persiguieron”, afirma, se obliga a hacer una pausa. “Agarraron a la niña de seis años, se la sentaron en las piernas y le pusieron un arma en la cabeza. De repente todo se fue poniendo de un color negro”, recuerda.

Aunque después de este incidente todos consiguieron cruzar la frontera, admite que su experiencia del sueño americano “no fue agradable”. Después de tres meses, logró trabajar en una empresa en la cual él y otros compañeros sufrieron un accidente, uno de ellos falleció en el hospital.

“Yo pasé dos meses en cama y luego dos años sin trabajar” afirma.

No obstante, una multa por sobrepasar 15 millas el límite de velocidad, interrumpió de golpe su reincorporación al trabajo. Después de pagar una fianza y pasar tres años en el proceso legal por esa infracción de tránsito, alguien le aconsejó dejar de reportarse con las autoridades. Por esta infracción y la anterior, fue deportado en el año 2009.

Al regresar a El Salvador, después de años de trabajo, finalmente llegó a sus oídos un programa que, por medio de la alcaldía de Santiago de María, prometía reinsertarlo a la vida laboral. “Cuando vine a El Salvador me dije: Si pude trabajar allá, puedo trabajar aquí”.

Fue difícil. “Fueron cinco meses en los que no tenía cómo pasar”, narra. Desde el 11 de junio de 2016, David cuenta con su propia empresa de electricidad, la cual fundó por la capacitación y apoyo de este programa del Gobierno y la Comisión Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype). El microempresario hace un llamado al Gobierno para que apoye a los jóvenes, “que les dé la oportunidad y confianza que necesitan” y así evitar que deban, como él, abandonar su país.