Marvin Galeas cuenta a El Mundo cómo pasó de la guerra a la paz. / DEM


Marvin Galeas tilda de “realismo mágico” el trabajo que hacía radio Venceremos al transmitir desde una montaña. “Aunque fuera yo un periodista, estaba en guerra, tenía fusil, andaba armado”, recuerda. Antes de ingresar a la radio, escribía en radio La Crónica y había escrito también en Diario El Mundo cuando Cristóbal Iglesias era director.

Cuando ingresó a la radio, pensó que la guerra solo iba a durar unos meses. “Yo creí que solo iba a durar meses, como había durado en Nicaragua cuatro meses y todos los relatos que voy a contar. Pero van pasando los años...”, cuenta.

La radio Venceremos era parte del “puesto de mando”, en donde estaba la comandancia y la sección de inteligencia y contrainteligencia del Ejército Revolucionario Popular (ERP).

Recuerda bien cómo el 16 de septiembre de 1985, en Arambala, Morazán, cuando acababa de ocurrir un operativo contrainsurgente, fueron atacados. “No sabían que era puesto de mando. Schafik Hándal se había ido el día anterior, había otros comandantes. Había unos de las FPL”, recuerda. Era un “operativo aeromóvil” a plenas 8:00 de la mañana. Vieron “la avispita”, un helicóptero pequeño.

El plan, según él, era lograr que los paracaidistas aterrizaran sobre ellos, pero eso no pasó, asegura, por la resistencia. Paradójicamente, dice, el jefe del batallón de paracaidistas era “uno de los tíos que más quiero, él no sabía que yo estaba ahí”, relata.

Galeas pinta cómo era El Salvador antes: había presos políticos, escuadrones de la muerte, se asesinaban a las personas por sus opiniones y había un control absoluto de poder. “Era imposible emitir una opinión política que fuera adversa a los gobiernos de turno porque de inmediato se calificaba como comunista”, dice. Asegura que decir comunista en aquel momento implicaba cárcel, destierro o muerte, sin más.

Esas son, según él, algunas causas que los movieron a a enfrentar al poder: no se podía inscribir un partido comunista, partidos de derecha como la Democracia Cristiana eran calificados de comunistas, existía control total del aparato judicial, cuerpos de seguridad –Guardia Nacional, Policía de Hacienda y la Policía Nacional– dependientes de Defensa y no de un Ministerio de Seguridad Pública porque no existía, y un peso político absoluto del Ejército. “Lo más parecido, paradójicamente, al comunismo, que controla todos los poderes del Estado”, dice.

La institucionalidad ha cambiado. Ahora, él ve una clase media más amplia, hay oportunidades de estudio y apertura económica luego del fin de la guerra.