El Sínodo de la Iglesia Católica propone que las mujeres sean ordenadas diáconos

Sábado 26, Octubre 2024 - 1:55 PM
El papa Francisco durante una de las sesiones del Síndo de Obispos en El Vaticano, rodeado de los participantes./AFP

Desde el 2 de octubre, 368 personas -- religiosos, obispos y laicos, también mujeres -- de un centenar de países debatieron a puerta cerrada en el Vaticano en la Asamblea General del Sínodo sobre el Futuro de la Iglesia, que se había reunido por primera vez en octubre de 2023.

El documento final aprobado por el Sínodo de la Sinodalidad, el gran proyecto de escucha en la Iglesia Católica que el Papa arrancó en 2021, se abre a que las mujeres puedan acceder al diaconado, un ministerio ordenado como el de los sacerdotes que permite, entre otras cuestiones, bautizar, bendecir matrimonios o celebrar la liturgia de la Palabra, y que, hasta ahora, ha estado reservado solo a los hombres en la Iglesia católica. El párrafo 60 de este documento --que no tiene ningún carácter vinculante y que solo refleja la opinión mayoritaria de los 368 padres y madres sinodales que han participado durante estas tres últimas semanas en la asamblea sinodal-- afirma que "sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal". "Es necesario un mayor discernimiento a este respecto", se lee en el texto. Asimismo, se hace un llamamiento "a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con el papel de la mujer, en particular en los lugares donde aún no se han explorado". "No hay nada en las mujeres que les impida desempeñar funciones de liderazgo en las Iglesias: lo que viene del Espíritu Santo no debe detenerse", dice también el texto. Por otro lado, se pide prestar más atención "al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas". El Vaticano ha ofrecido también una lista con el número de votos que han obtenido cada uno de los 155 párrafos que componen este documento. Así, el citado párrafo 60, que habla del papel de las mujeres en la Iglesia, en el que también se afirma que ellas siguen encontrando "obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia", ha sido validado con 258 votos a favor y 97 en contra por lo que es, con diferencia, el que más resistencia ha encontrado. De hecho, el resto de párrafos que recogen otras propuestas concretas para hacer de la Iglesia un lugar más inclusivo y menos clerical han encontrado un mayor consenso pues solo otras dos proposiciones han tenido una oposición de más de 40 votos en contra. Se trata de la número 125, en la que se plantea la posibilidad de que las Conferencias Episcopales pueden contar con un estatuto teológico y jurídico, además de precisar más su ámbito de competencia doctrinal y disciplinar sin que se ponga en peligro "la unidad y la catolicidad de la Iglesia". En concreto, se señala que esta competencia "puede favorecer la auténtica enseñanza de la única fe de manera adecuada e incultura en los diversos contextos, identificando las expresiones litúrgicas catequéticas disciplinares". También ha encontrado oposición el párrafo 148 --que incide en la necesidad de que los itinerarios de discernimiento y formación de los candidatos al sacerdocio "se configuren al estilo sinodal" con mayor presencia de mujeres en el proceso de elección--, propuesta apoyada por 315 votos a favor y 40 en contra. En concreto, se pide que en el proceso de elección de los seminaristas haya una "presencia significativa de figuras femeninas "pero también "en la vida cotidiana de las comunidades y la educación para colaborar con todos en la Iglesia y practicar el discernimiento eclesial". El documento final también da luz verde a la creación de "ministerios" específicamente para laicos que no necesariamente tendrían que estar vinculados al ámbito litúrgico. Se trata de una posibilidad ya abierta por el Concilio Vaticano II e ilustrada en los últimos años a través de la creación de los ministerios de catequista, lector y acólito.