Shoji Morimoto tiene una afición singular: recorrer las ciudades japonesas observando sus aceras en busca de tapas de alcantarilla, que se han convertido en obras de arte en el país del sol naciente.Cerca de 1.700 municipios japoneses instalaron modelos personalizados y coloridos de esas tapas de hierro fundido para embellecer sus espacios públicos e incluso atraer a los turistas.Los diseños suelen hacer referencia a la historia, a la geografía o a especialidades locales: un castillo fortificado para Osaka (oeste), un puente emblemático de la bahía de Tokio para el puerto de Yokohama o el monte Fuji para la ciudad homónima, situada al pie del célebre volcán.
Tama City, ciudad de la periferia occidental de Tokio, eligió por su parte un icono más reciente: la gata Hello Kitty. El personaje japonés adorna 10 tapas de alcantarilla instaladas a proximidad de un parque de atracciones para niños.Morimoto, de 48 años, descubrió su nueva afición durante un viaje a Fukui, en el centro del país, cuando le llamaron la atención las alcantarillas decoradas con dos aves fénix, el animal legendario que renace de sus propias cenizas.Luego aprendió que esa imagen simbolizaba la doble resurrección de la ciudad, devastada por bombardeos en 1945 durante la Segunda Guerra Mundial y por un seísmo en 1948.Los aficionados como Morimoto fotografían las obras que descubren y las comparten en las redes sociales. Los más fanáticos calcan incluso los diseños.
- Imagen y seguridad -Como no se pueden coleccionar unos objetos de 40 kilos como si fueran sellos o monedas, la empresa GKP ha tenido la idea de editar 1,4 millones de tarjetas con 293 diseños distintos de tapas de alcantarilla y las coordenadas GPS de cada una de ellas.Cada tarjeta se puede obtener de forma gratuita, pero únicamente en los edificios públicos del municipio donde se encuentra el modelo de cubierta que representa."Creemos que las tapas de alcantarilla japonesas son productos culturales de los que podemos estar orgullosos", declara Hideto Yamada, un responsable de GKP.La moda comenzó hace cuatro décadas cuando el sector del alcantarillado intentaba mejorar su imagen, recuerda Yamada.Para evitar que los peatones y los vehículos resbalaran sobre estas tapaderas, estas se empezaron a diseñar con relieves. Así nacieron unos primeros modelos con nubes, olas o estrellas, que con el tiempo evolucionaron hacia unas decoraciones más complejas y coloridas.Sin embargo, sólo una ínfima parte de las 15 millones de tapas de alcantarilla están decoradas de esa manera, ya que pueden costar el doble de una tapa común, con sus imágenes pintadas a mano.