Humberto Velásquez, el salvadoreño que ha recorrido 101 países
Lunes 12, Febrero 2024 - 3:45 AM
Desde el centro de África hasta la exótica India o los lujos de Mónaco y Liechtenstein en Europa, este salvadoreño recorre el mundo. Pese a todo lo que ha visto en sus viajes, Humberto Velásquez cree que la gente es buena en todos lados y el mundo es más seguro de lo que se cree.
Ha comido sopa de arañas en Camboya, intentó probar un plato de escorpiones en Tailandia y le encantó la comida de Georgia, en el Cáucaso. Ha recorrido las ciudades destruidas por la guerra en Siria, ha sufrido por la situación de las mujeres en Afganistán y se ha impresionado de la riqueza en lugares como Luxemburgo, Mónaco o Liechtenstein.
Las aventuras de viaje de Humberto Velásquez empezaron aprendiéndose todas las capitales y todas las banderas del mundo en la librería que tenía su abuela en Cabañas. Luego, su sueño de recorrer el mundo inició a los 22 años.
Hoy a sus 36 años, Humberto Velásquez acaba de volver de su última gira por el occidente de África donde le estamparon el sello número 101 en su pasaporte salvadoreño, el número de países que ha recorrido en el mundo.
Ese país 101 fue Burkina Faso, un país sin litoral en África Occidental. Llegó ahí después de una gira de dos meses que inició en Bruselas, la capital belga, siguió por Rumania en Europa del Este. Desde ahí, se fue por África, voló a Tanzania, a Malawi y Zimbabwe llegó por tierra. De Zimbabwe salió a Nigeria a través de un vuelo vía Adis Addeba en Etiopia. De Nigeria pasó a Benin y Togo y luego a Burkina Faso.
Regresó desde Burkina Faso a Casablanca, en Marruecos, de ahí España, luego a Bogotá y finalmente San Salvador. Dos días y medio para volver.
Fue justo a su regreso a finales de enero que tuvo esta entrevista con Diario El Mundo.
"Fue un choque cultural que no supe cómo actuar, no supe cómo realmente solucionar los problemas que estábamos teniendo viajeros que estábamos haciendo las cosas solos, no en tour”, dice.
Así pudo ver los rituales de su gente, las cremaciones alrededor del río Ganges, donde queman a sus seres queridos y luego los rocían con agua y tienen su siguiente vida por el Lord Shiva, luego ver las estatuas del Kamasutra y todo eso.
Ha recorrido la mitad de Asia, 18 países africanos y gran parte de las Américas. Aún le falta Australia y Oceanía.
"Lo más lejano que he estado posiblemente fue el otro lado específico del mundo en Malasia, Myanmar por ahí. Pero en términos de dificultades, probablemente sean países como Turkmenistán, Siria, Afganistán, Sudán, países bien complicados en su realidad”, explica.
Pero las mayores dificultades para los viajes no ha sido ni el idioma, ni la comida, sino los engorrosos trámites de visa para algunos países que no tienen relación alguna con El Salvador, como Namibia, cuyos funcionarios no tenían idea dónde estaba nuestro país.
"A Nigeria acabó de ir y me costó mucho, es la visa más cara que he pagado en mi vida”, relata.
Uno de sus planes es ir al Líbano, pero nadie ha podido explicarle cómo obtener una visa. En Siria tuvo que enviar hasta su curriculum y en Turkmenistán, un régimen totalitario en Asia Central, tuvo que tomar un tour guiado obligatorio.
Tras recorrir 101 países, Humberto Velásquez cree que la gente es esencialmente buena en todo el mundo, aunque ha encontrado gente hostil también.
"Al final del día siento que la mayoría de gente del mundo es buena en todos lados”, dice a manera de reflexión.
Humberto cree que ‘el salvadoreño es muy miedoso para salir a hacer esto” y, en su experiencia personal, "el mundo ahí afuera es mucho más seguro de lo que uno se imagina, incluso en países complicados, la gente en general es buena”.
"La fe en la humanidad se restaura mucho la verdad y somos más similares de lo que uno se imagina por ejemplo, África con Latinoamérica, para mí son dos continentes muy similares que simplemente no se conocen y uno de los otros escuchan cosas feas pero no se conocen. Cuando uno viaja no se da cuenta que la gente nada más está viviendo su vida y es buena y todo y tiene sus necesidades igual que acá”, explica.
Recuerda con cariño al mundo árabe y descubre a su gente como "muy amable”. Evoca el cariño de la gente en Pakistán que no les dejó pagar por su comida o transporte cuando se quedaron varados en un viaje en autobús.
Pero también ha percibido la hostilidad de la gente en Sudán del Sur, cuando un compañero de viaje empezó a tomar fotos: "La gente no quería que vieran como un circo su pobreza”, afirma.
No todo ha sido color de rosa. Se ha enfermado varias veces de males extraños como H1N1, se contagió de varicela en Irán y estuvo hospitalizado en Etiopía –en África– por la comida.