Un camión sobrecargado se encarama en los separadores de Los Chorros y provoca un accidente de tránsito que deja lesionados y daños materiales, además del enorme atraso al bloquear esa vía tan compleja para entrar y salir de la ciudad capital desde el occidente del país y hacia éste.

Al día siguiente, un microbusero de la ruta 52 se sube con todo descaro a la acera de la plaza del Salvador del Mundo para aventajar en el tráfico de la zona, poniendo en riesgo a peatones, pasajeros propios y a los ocupantes de los demás vehículos que circulan en el área.

El microbusero es filmado y el diputado David Reyes lo denuncia públicamente, esto hace que el Viceministerio de Transporte reaccione, le impone al motorista la máxima sanción que establece la ley de tránsito, le decomisa su carné de motorista del transporte público y además, el VMT inicia un proceso de investigación a la empresa de transporte. ¡Bravo!

¿Qué hubiera pasado si no se hubiera denunciado públicamente? Muy probablemente el sujeto seguiría por ahí subiéndose en las aceras, pitando y amedrentando impunemente a conductores y peatones.

Lamentablemente estos casos son usuales, comunes, parte de nuestra vida cotidiana. Para ser justos, no solo camiones y buseros cometen este tipo de barbaridades, también conductores particulares. Las autoridades del VMT y de la División de Tránsito de la PNC deben reaccionar así como con el microbusero: contundentemente, rápidos y efectivos, para proteger a la ciudadanía.

También es urgente regular los camiones de carga y las horas que transitan por nuestras calles y carreteras. Esto es vital para lograr un verdadero ordenamiento del tráfico y aliviar ese congestionamiento que en el informe “El Salvador Cómo Vamos” se reflejaba una enorme inconformidad.