Aunque en muchos países occidentales las autoridades consideran la vestimenta tradicional de las mujeres musulmanas como una forma de represión, eso no ha importado para que algunas casas de moda aprovechen este mercado cada vez más. De hecho, según el Reporte Global de Economía Islámica de 2015 y 2016, los compradores musulmanes de todo el mundo gastan unos US$230.000 millones en ropa al año y representan el 11% del mercado global.
Ante este panorama, las compañías han lanzado colecciones que para el mundo islámico son consideradas insultantes. En 2013, la británica Marks & Spencer lanzó el "burkini" (combinación de las palabras burka y bikini), un traje de baño para mujeres que solo deja descubiertos el rostro, las manos y los pies.
La prenda se vende por internet a 49,50 libras esterlinas, algo más de US$71.
La Barbie Musulmana conquista Instagram
En 2014, la marca estadounidense DKNY, de la diseñadora Donna Karan, lanzó una colección femenina para el Ramadán, el noveno mes del año islámico dedicado al ayuno para celebrar la revelación del Corán al profeta Mahoma.
En 2015 se le unieron la española Mango y la estadounidense Tommy Hilfiger, siempre para conmemorar la misma celebración.
Ese mismo año, la gigante sueca H&M contrató a Mariah Idrissi, la primera modelo musulmana que protagonizó una campaña de moda occidental.
"Ofrecemos una amplia variedad de diseños, con la esperanza de que todos encuentren algo que les quede bien. Siempre apuntamos a un público amplio y diverso, sin transmitir ningún ideal específico o apoyar algún estilo de vida en particular", dijo la empresa en un comunicado. La moda musulmana se toma la redes y busca conquistar la pasarela
