Graníticos, como hechos el uno para el otro por una mano divina, por una fuerza superior. Lionel Messi y Antonela Roccuzzo lucen como un matrimonio perfecto, lleno de amor, de felicidad, de compañía sana y con una familia hermosa que supieron configurar con sus tres hijos.
La trama se remonta hasta la niñez, la mismísima infancia de ambos, cuando apenas transitaban por los ocho años y a través de la casualidad de disponer de ser la primita de un amigo del mejor jugador de todos los tiempos. Siempre cultivaron una tierna amistad.
Claro que el sentimiento mutó, sobre todo en Lionel, que tenía la certeza sobre que Antonela sería la mujer de su vida, aunque los trastornos de crecimiento, los tratamientos y toda esa problemática los separó inevitablemente con la mudanza a Barcelona.
En definitiva, durante varios años Messi y Roccuzzo no se vieron frecuentemente y en ese periodo la rosarina, que estaba en plena adolescencia, se lanzó a la aventura de disfrutar de un noviazgo con otro hombre, que se extendió desde el 2004 al 2006, aproximadamente.
Nunca se reveló la identidad de ese chico que disfrutó de una etapa de amor con Antonela, aunque personas del círculo cercano de la esposa de Messi contaron el origen de la relación: “Se la presentó alguien de la familia de ella, y el chico cayó rendido, de la misma manera que Messi”.
De hecho, hace unos años, en el contexto de la boda maravillosa del crack y Roccuzzo, que se celebró en Rosario, más precisamente, en el City Center, aparecieron una serie de fotos que grafican esos años de romance adolescente.
En todo este misterio que ronda sobre este chico, solo se supo que en ese momento del casamiento unos amigos suyos dejaron trascender su pensamiento: “Al menos no me dejó por cualquiera, ¡me dejó por Messi!”. Claro, Lionel ya era esa bestia incontenible en el campo de juego, el mejor de todos.
