Veinte municipios de El Salvador muestran los índices más altos de vulnerabilidad al cambio climático, donde los períodos de sequías son extremos seguidos de fuertes precipitaciones, señala un análisis elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

El estudio contó con la participación de los ministerios de agricultura de los países que conforman el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), el cual contiene el primer mapa de vulnerabilidades de la actividad agrícola en la región.

La investigación plantea que el cambio climático exacerbó las amenazas en la actividad agrícola de Centroamérica, con eventos cada vez más extremos como sequías, tormentas tropicales, huracanes y períodos más prolongados de los fenómenos de El Niño y La Niña.
En el documento se incluye un análisis de vulnerabilidad con dos escenarios (moderado y extremo) con el propósito de anticipar las consecuencias en la agricultura ante el aumento de las temperaturas y el cambio en el patrón de las lluvias.

Municipios más vulnerables para 2050
Municipios más vulnerables para 2050

Riesgos en los próximos 30 años

Según el escenario extremo, para 2050, gran parte de El Salvador, Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua tendrán una sensibilidad agrícola alta o mayor al cambio climático si no se modifica la capacidad adaptativa de los productores. Además, la superficie óptima y marginal para los cultivos de granos básicos y café se verían drásticamente disminuidos.
Los departamentos de La Paz, Usulután, San Miguel, La Unión, Morazán y San Vicente muestran el índice de exposición más alto al cambio climático, donde se documentan mayores los riesgos de ocurrencias de sequías, a pesar de que se registran precipitaciones superiores a los 1,500 milímetro (mm) anuales.

Sonsonate, La Libertad, San Salvador, Cuscatlán, Cabañas, Chalatenango y Ahuachapán presentan valores bajos de vulnerabilidad, mientras que Santa Ana y Chalatenango muestran valores medios.

Los municipios más vulnerables en el escenario pesimista (para 2050) de El Salvador son: El Triunfo, Ozatlán, Mercedes Umaña, Jiquilisco, en el departamento de Usulután. San José, Meanguera del Golfo, Yucuaiquín y Pasaquina, de La Unión.

San Carlos, Sensembra, Lolotiquillo y Yamabal, de Morazán. Además de Quelepa, en San Miguel; Quezaltepeque, en La Libertad; Jujutla y San Francisco Menéndez, en Ahuachapán; Nueva Concepción y Santa Rita, Chalatenango; y San Juan Nonualco, en La Paz.

Dependencia de frijoles y maíz

La investigación retoma los eventos climáticos más devastadores en Centroamérica, como el huracán Mitch, de 1998, que dejó cuantiosas pérdidas al sector agrícola en un 41 % para El Salvador. También la última sequía de gran impacto ocurrida en 2014-2015, cuando los productores perdieron ocho millones de quintales de granos básicos en 165,000 manzanas.
Pero las proyecciones para los próximos años no son optimistas, pues se espera una reducción en las zonas aptas para la siembra de frijoles -uno de los principales granos en la dieta de los salvadoreños- de un 20 % para 2050.

En una región con altos índices de pobreza, los granos básicos son la principal fuente de energía de las personas, además del aporte de proteínas de origen vegetal por la “tradición” de comer arroz con frijoles.

El arroz, los frijoles y el maíz suministran un 33 % del total de energía y un 35 % de la proporción de proteínas de los centroamericanos. Para El Salvador representan un 40 % del aporte calórico y un 43 % de proteínas.

En Centroamérica, se prevé que los rendimientos en los cultivos de frijoles bajen entre un 10 % y un 17 % de 2030 a 2050, de un 8 % a un 16 % en el caso del maíz, entre un 12 % y un 23 % para el arroz, y de un 9 % a un 18 % para café.
  • EL DATO
  • El sector primario (agricultura, ganadería, pesca) representa un 5 % del Producto Interno Bruto (PIB) salvadoreño, aunque genera empleo a un 15.8 % de la población ocupada.