Agobiados por la caída en el precio del café, un grupo de 15 caficultores de Apaneca, Ahuachapán, inició en 2009 la travesía en el cultivo de la fresa sin esperarse que esos primeros intentos costarían miles de dólares.

El municipio de Apaneca es uno de los principales renglones en la producción de café, con temperaturas frías y tierra fértil. Gustavo Ernesto Melgar, presidente de la Asociación Cooperativa Fresas de Apaneca (Acofresa), recuerda que su padre sembró la fruta roja en 1977 y tuvo buenos resultados, pero no fue la constante en el nuevo esfuerzo.

Las primeras 4,000 plantas fueron importadas de Guatemala, el principal proveedor de fresas en el mercado salvadoreño, pero se perdieron porque no eran variedades adaptables al clima de El Salvador. “Bien entusiasmados, pero al final nos fue mal, después de seis meses de prueba y perdimos como $8,000”, señaló.

Después importaron una variedad de Costa Rica, pero tampoco funcionó. Melgar aseguró que en cuatro años perdieron $30,000 debido a un cóctel de factores que no les favoreció, incluyendo variedades que no se adaptaban y falta de condiciones en el suelo ya que la planta de fresa es “uno de los mayores degradadores” que requiere de constante mantenimiento, así como inexperiencia de los productores.

Cada planta de fresa madre tiene capacidad para reproducir siete plantas. / Acofresa
Cada planta de fresa madre tiene capacidad para reproducir siete plantas. / Acofresa



Acofresa trajo expertos de Holanda, Israel y EE. UU., con quienes aprendieron que lo ideal es el cultivo hidropónico o rotación, pues, de lo contrario, la primera cosecha da resultados favorables, pero las siguientes comienzan a decaer. “La gente se decepcionaba desde que sacaba la segunda cosecha”, recordó Melgar.

“El éxito de una plantación de fresas a nivel mundial es la renovación cada año de la planta. Nosotros la hacemos cada año y medio”, añadió.

Calma, tras la tempestad.

Finalmente, en 2011 tuvieron la primera cosecha buena y la producción se mantuvo “estable”, hasta que lograron importar las variedades Chandler desde California, y Cristal y Sabrina de Argentina. “Esas son las guerreras” que mejor se adaptan a las condiciones de El Salvador.

También probaron las variedades Albión, Camino Real y Monterrey. La incorporación en los cultivos fue gradual, ya que los viveros tienen restricciones de envío para Centroamérica porque no hay protocolos para las patentes.

Acofresa tiene capacidad para cuatro manzanas de fresas, de las cuales prepara una manzana y media para la siguiente cosecha, mientras que el resto del terreno se destinará para reproducir las plantas de fresas.

Los productores sacan 5.5 libras de fresas por cada planta sembrada en el año./ Acofresa
Los productores sacan 5.5 libras de fresas por cada planta sembrada en el año./ Acofresa



“Vamos a hacer nuestro vivero para sacar nuestra propia planta. Eso es parte de la clave de crecimiento de un productor de fresa porque si tiene plantas sanas, tiene producción sana”, añadió.

El vocero de la cooperativa explicó que cada planta tiene capacidad para 5.5 libras de fresas anuales, con dos temporadas de cosecha. Para el siguiente ciclo, Acofresa sembrará 25,000 plantines.

Además de mantener el cultivo de café y fresas, Acofresa incorporó 200 árboles de arándanos importados desde Chile y 700 plantas de zarzamoras de Guatemala.

Actualmente tiene negociaciones con un vivero en California para importar 2,000 plantas de frambuesa que, calcula la cooperativa, ingresarán al mercado en julio.

La cooperativa también produce mermelada de fresa que distribuye en mercados locales./ Acofresa
La cooperativa también produce mermelada de fresa que distribuye en mercados locales./ Acofresa

Ingreso al mercado.

Acofresa es un proveedor de fresa para una de las dos cadenas de supermercados más grandes del mercado salvadoreño, a quien despacha 3,000 libras diarias. Además, atiende a un cliente que consume 1,000 libras cada día.

Melgar reconoce que un 40 % de la producción se entrega a compradores formales y un 60 % queda en el mercado informal, donde usualmente llega la persona a la zona de cultivo a adquirir el fruto.

Al igual que otros sectores agrícolas, Acofresa se enfrenta a una escasez de mano de obra. Melgar explicó que la solución fue tecnificar el cultivo que redujo la necesidad de ocho colaboradores a solo tres, pero “se les paga más”. “Yo no sé, nuestros hijos, cómo van a hacer para comer”, resintió.