Entre las asfaltadas calles de Aguilares donde el perenne clima cálido es característico, en el corazón de la ciudad, se encuentra el restaurante “Chatos”, un emprendimiento que ha logrado salir adelante gracias al servicio a domicilio y a la dedicación de sus fundadores.
Jonathan Anzora es un salvadoreño que a sus 25 años ya administra un negocio familiar, que le ha ayudado a generar independencia y apoyar a su abuela, hermana y mamá.
“Chatos” es un local ubicado en la 3a avenida Norte, barrio Guadalupe, del municipio Aguilares, que se caracteriza por ofrecer comida mexicana de martes a domingo.
Anzora es graduado de la Academia Panamericana de Arte Culinario (APAC), que a pesar de haber trabajado en diferentes restaurantes y de residir en la colonia Santa Elena, de Antiguo Cuscatlán, siempre tuvo el sueño de tener algo propio y de estar cerca de su familia. Luego de tres años, decide dejarlo todo y regresar a Aguilares a cuidar de sus abuelos que enfermaron, y planear la edificación de su propio restaurante.
La sazón.
Jonathan lleva la sazón en la sangre, la preparación y cocción de sus alimentos tienen algo más que técnica y experiencia. Este salvadoreño heredó sus dotes de sus abuelas y de su papá, quien es cocinero en Estados Unidos.“Quizás desde pequeño, yo soñaba tal vez, tener un negocio y pues sí, prosperar, ayudar a mi familia, que es lo primordial”, dijo.
Los primeros pedidos a domicilio que atendió ni siquiera fueron de su emprendimiento, sino que fueron órdenes de panes de torta y otros productos que su abuela María Elena elaboraba cuando él y su hermana, Sonia Anzora, eran pequeños.
Años después, la comida mexicana no fue su apuesta inicial en el mundo empresarial, en el 2017 estableció una juguería en el mismo municipio, de la mano de una amiga, pero un año después cerró ante la falta de ingresos que ambos esperaban.
Ya habíamos comprado la moto también y dije ‘ bueno, solo a domicilio voy a empezar a vender’. Jonathan Anzora, emprendedor
Luego de trabajar en la colonia Santa Elena, Jonathan quería iniciar un negocio pero la pandemia retuvo sus planes.No obstante el papá de Anzora, Joaquín Anzora Cornejo, decidió apoyarlos y volver este su propio sueño.
Poco a poco comenzaron a comprar cada herramienta de trabajo, planeaban incluso vender desde casa, garantizando el servicio a domicilio, pero un día encontraron un local apto para atraer la atención del público.
Y aunque se retrasaron los planes, el 9 de septiembre de 2020, cuando la cuarentena había caducado, “Chatos” abrió sus puertas.
El boom del local fue tal, que ni Jonathan ni Sonia recuerdan cuántas personas atendieron ese día por servicio a domicilio y en el local, pero aseguran que unos 100 platillos fueron preparados.
De las entregas en moto, el primer día, se encargó su mamá, Ruth Noemí Campos. Pero al tener su propio empleo, con el paso de los días, el rol de repartidor tuvo que ser tomado no solo por Jonathan, cuando la cocina da un respiro, sino también por su propia hermana, una estudiante de cuarto año de Servicio Social que divide su tiempo entre el negocio y los estudios.
Es así como casi dos años después se han consolidado y reconocen que el servicio a domicilio se volvió parte importante de la empresa, vía de transporte que orilló a ambos hermanos a aprender a manejar.
“Chatos” es uno de los tantos emprendimientos que han logrado sobrevivir al ofrecer el servicio a domicilio, una modalidad que tomó impulso con la pandemia del covid-19.
Algunos emprendimientos prefieren suscribirse a las plataformas de servicio, mientras que otros optan por hacerlo ellos mismos.
Jonathan y Sonia son los únicos empleados fijos en el negocio, realizando más de un rol al día, y esperan seguir creciendo, agregar jugos a sus menús, y expandirse a otros municipios, algún día.
