El Salvador ha mostrado este año una de las variaciones más bajas en América Latina y el Caribe del índice de morosidad de la cartera de créditos, a pesar de las presiones inflacionarias que han erosionado la capacidad de pago de las familias salvadoreñas.

En un balance de las economías de la región, publicado este mes, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) presentó un análisis sobre el efecto en la dinámica económica de la política monetaria de los bancos centrales para contener la inflación.

Uno de los indicadores analizados es la calidad de la cartera de créditos, en el cual 17 de las 32 economías de la región mostraron aumentos en la tasa de morosidad. De Centroamérica, El Salvador y Panamá, ambos dolarizados, mostraron un aumento en el índice de morosidad.

Pero, El Salvador fue el que menos mostró variación de la región con apenas 0.1 %, cuando la isla de San Vicente y las Granadinas se anotó el mayor ajuste con un incremento de 2.1 %. En Panamá también fue menor, de 0.3 %.

Costa Rica, Honduras, Guatemala y Nicaragua mostraron una variación en decrecimiento del índice de morosidad.

La diferencia es que el índice de mora es muy bajo en el sistema bancario salvadoreño de apenas 2 % a octubre de 2022. “Históricamente el salvadoreño se ha caracterizado por tener una cultura de pago”, aseguró Alexander Pinilla, vicepresidente financiero de Bancoagrícola, al recordar que durante los meses más duros de la pandemia el sistema bancario dio varios alivios para que los usuarios “no perdieran la cultura de pago”.

“Está intacta, el salvadoreño paga lo que debe. Trata de salir adelante, busca una solución, logró salir adelante, y él paga. Obedece a la cultura propia, no es un momento, no es algo especial, hay una cultura de pago”, insistió.

Un sistema sólido, pese a perspectivas.

La agencia de Naciones Unidas destacó en su informe que la región se enfrenta a un estancamiento del crédito, al tiempo que suben las tasas de interés. En el caso de El Salvador, el panorama se perfila diferente con los principales indicadores bancarios en terreno positivo.

El mayor temor de este año era un aumento en las tasas de interés derivado de los ajustes en los tipos por parte de la Reserva Federal (Fed, banco central) de Estados Unidos para desincentivar el crédito y consumo, y, eventualmente, la inflación.

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Pinilla explicó que ese incremento no se trasladó del todo a la economía salvadoreña gracias al crecimiento de las remesas y los depósitos del sistema bancario, que mantuvieron la liquidez del sistema.

El último informe de la Asociación Bancaria Salvadoreña (Abansa) confirma que el sistema bancario se mantiene en números sólidos, con una cartera de créditos que creció 9.1 % a octubre pasado y la de depósitos un 3.6 %.

La cartera de créditos cerró en octubre pasado en $15,385.8 millones, unos $1,277 millones superiores a los resultados del mismo mes de 2021. Abansa destaca en su reporte que la mayor demanda vino de las empresas con una variación del 12.3 %.

Después de experimentar crecimientos exponenciales en 2020 por el temor de los salvadoreños sobre el futuro ante la pandemia, la cartera de depósitos desacelera un poco y crece a la mitad que lo hacen los créditos. Abansa reporta que el saldo llegó a $16,212 millones, equivalente a $566 millones adicionales al mismo mes de 2021.

Los depósitos son la principal fuente del sistema bancario, con una participación del 86.5 %. Los préstamos representan el 10.3 %, unos $1,670 millones, mientras que los títulos valores son el 5.3 %, con $866 millones.

El dato

Abansa reporta que el saldo de los créditos vencidos a octubre de 2022 alcanzó los $307 millones, una cifra muy pequeña en comparación el crecimiento histórico los créditos.