La incorporación de las mujeres en el mercado laboral salvadoreño es uno de los factores para que la población que no estudia ni trabaja (nini) se reduzca, aseguró Ana Escoto, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), durante la presentación de un estudio sobre la exclusión educativa y laboral de los jóvenes en el Triángulo Norte de Centroamérica.
La investigación se presentó durante la Semana de las Políticas Públicas, una jornada de encuentros académicos organizada por la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo (Fundaungo). Escoto explicó que los datos correspondientes a El Salvador se retoman de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM).
La población nini es motivo de estudio por los académicos pues muchos de estos jóvenes terminan siendo víctimas de la violencia y se traduce en una menor oferta de mano de obra. Inicialmente el término se empleó para las personas que por decisión propia no estudiaban ni trabajaban, pero luego se incluyó a quienes no encuentran un empleo después de finalizar sus estudios.
Según el estudio, la población nini pasó de un 27 % de los jóvenes entre 15 y 29 años en 2019 a tener una tasa de un 24.9 % en 2022. “Si bien hay una disminución, del 2 %, se ve que el dinamismo laboral (inclusión de mujeres y disminución de varones) es el que está empujando estos cambios”, dijo la especialista.
El Salvador con la menor tasa.
De esta manera, El Salvador se agencia el menor porcentaje de población nini en el Triángulo Norte centroamericano, debajo de un 35.2 % que reportó Guatemala en 2022 y un 31.2 % registrado en Honduras en 2019.En materia de género, Guatemala vive una situación similar, ya que subió un 10 % la participación de varones dentro del grupo nini. “Vemos una desfeminización de la población que no estudia ni trabaja, a la vez que hay un aumento de los que laburan menos horas, y una contracción del mercado de trabajo, que conlleva que hombres no logren insertarse en él”, dijo la experta.
Sin embargo, mucho del trabajo del hogar no remunerado y labores de cuidado siguen recayendo sobre las mujeres. “Las tareas no pagadas limitan las oportunidades de estudio y empleo, por las restricciones de tiempo que imponen”, enfatizó Escoto.
Los ninis y seguridad ciudadana.
La investigación analizó la exclusión laboral y educativa en los tres países entre 2019 y 2022, así como su relación con la violencia social. Su resultado arrojó que no hay conexión entre ambas.Al contrario, en El Salvador hay un vínculo optimista entre la disminución de homicidios y la cantidad de ninis varones. “Si se reduce la tasa de homicidios intencionales, se reduciría la población que no estudia y trabaja, porque hay una relación positiva”, explicó.
De hecho, el grupo más afectado por la violencia son los que estudian y trabajan, representando el 7.6% de hogares salvadoreños donde alguien sufrió un crimen en 2022. Este porcentaje está por encima de los ninis y las personas que solo trabajan (un 6.4% respectivamente), y abajo de los que solo estudian (un 7.8%).
“Esto significa que salir a trabajar o estudiar implica un proceso de exposición, y mayor probabilidad de ser víctima de delito”, dijo.
