La roya, que en 2013 desplomó a la mitad la producción de café, acecha nuevamente en los cafetales salvadoreños por el exceso de humedad en los suelos. Los productores temen un brote en la transición al verano, cuando hay cambios bruscos de temperatura y crean condiciones propicias para el hongo.

“Muy probablemente, si los suelos continúan concentrando humedad, pueda haber un brote de roya”, alertó Enrique Parada, ministro interino de Agricultura y Ganadería (MAG), al confirmar un aumento de incidencia del hongo en las fincas salvadoreñas.

Centroamérica enfrentó en el ciclo 2012-2013 un severo brote de la roya que dejó pérdidas devastadoras en los cafetales. Antes de esta crisis, la producción de café de El Salvador era superior a los 1.7 millones de quintales, pero esa cosecha se desplomó 60 % y no ha logrado recuperarse a pesar de los esfuerzos del sector en la última década.

El hongo es mortífero para las variantes arábigas, con las que se produce la mayoría de cafés de excelencia. Esta enfermedad puede aparecer en varios cultivos, incluso en las rosas, pero es letal en los cafetales por la antigüedad de los árboles y porque su control requiere inversiones significativas en fungicidas, en un momento en el que el precio del insumo se ha disparado.

Sergio Ticas, presidente de la Asociación Cafetalera de El Salvador (Acefesal), confirmó a este periódico un incremento de hasta 15 % en las fincas con variedades susceptibles al hongo, pero aseguró que es controlable.

“Nos preocupa la zona norte de Chalatenango, donde los caficultores nos han informado que hay una incidencia mayor de la roya, debido a que sus cafetales son más susceptibles, como el Pacamara y Bourbon, que son ganadores de Taza de Excelencia”, destacó el líder gremial.

“El Gobierno les entregó, en su momento, fungicidas para atacar e insecticidas para la broca. Entonces, ya lo tiene en su poder y lo pueden aplicar en el momento que sea necesario”, reconoció este miércoles el titular del MAG en una entrevista radial.

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¿Por qué preocupa?

La roya es una enfermedad endémica que cada año los productores luchan por controlar. Sin embargo, este hongo se desarrolla cuando hay cambios bruscos de temperatura, como en las sequías o en la transición de la temporada lluviosa a verano.

El problema es que este 2022 los suelos están saturados de agua y se espera que para las próximas semanas haya una disminución significativa de las lluvias por el cierre del invierno, según las proyecciones del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Marn).

Ticas aseguró que los productos vigilan las condiciones climáticas porque el temor es que, si hay cambios drásticos en las temperaturas, se eleve la incidencia de la enfermedad. “Podríamos tener un incremento mayor de roya debido a que estamos próximos a cosechar café y no podemos aplicar fungicidas, por razones de residualidad”, señaló Ticas.

A pesar de este riesgo, el sector mantiene el optimismo que para la cosecha 2023-2024, que este mes inicia su corta, la producción supere la cota del millón de quintales.