Las calles del Centro de San Salvador lucen abarrotadas de vendedores ambulantes que andan, incluso bajo el abrasador sol, con la mercadería en carretillas, enormes bolsas y algunos con maniquíes en la espalda. Mientras que las aceras comienzan a lucir libres de las champas de láminas, cada vez más decenas de comerciantes se arremolinan en las principales arterias de la capital.

Juana Hernández, desalojada hace cinco meses de los alrededores del mercado Sagrado Corazón, es una de las tantas vendedoras que andan con un carretón cargado de tomates, cebollas y chile verde, mientras espera noticias de la Alcaldía de San Salvador sobre su reubicación.

Hernández asegura que el cambio significó un duro golpe económico para su familia, integrada por seis personas y que dependen completamente de su negocio, pues pasó de ganar, en promedio, $100 diarios a $50.

Su caso no es único. Daysi Durán, quien desde los 12 años ayudó a su mamá a vender verduras en los alrededores de la iglesia El Calvario, manifestó que tampoco ha recibido indicaciones de la comuna para su reubicación. La mujer aseguró que los días que estuvo sin ingresos tuvo que entregar la vivienda que alquilaba junto con su pareja porque no alcanzaban a cubrir la cuota.

“Teníamos años de vender ahí y venir de vuelta a un lugar donde no te conocen es bien raro, pero hay que acoplarse, no nos queda de otra”, resintió Durán.

Los vendedores aseguran que tienen menos ingresos y los agentes les quitan las mercadería.  / Emerson del Cid
Los vendedores aseguran que tienen menos ingresos y los agentes les quitan las mercadería. / Emerson del Cid



La Administración de Mario Durán inició en abril de 2022 un agresivo plan de reubicación de los vendedores informales. Se comenzó con los comercios ubicados en la calle Rubén Darío y eventualmente se sumaron otras arterias principales de la capital. Según la comuna, solo falta el 5 % del reordenamiento.

Una economía de la informalidad.

Aunque la comuna asegura que les ofrece alternativas, los vendedores resienten que, debido a la naturaleza de su mercadería, no es factible instalarse en mercados como el Hula Hula.

La baja generación de empleos empuja a cientos de salvadoreños a buscar ganarse la vida en la informalidad, ya sea vendiendo en las plazas o creando pequeños negocios de subsistencia. Se estima que el 68 % del empleo en El Salvador es informal, es decir, que está al margen de los registros tributarios, cobertura de seguridad social y sin ingresos fijos.

Al menos siete de cada 10 salvadoreños trabaja en el sector informal. / Emerson del Cid
Al menos siete de cada 10 salvadoreños trabaja en el sector informal. / Emerson del Cid



Las calles de San Salvador siempre han estado abarrotadas por comerciantes y entre ellos mismos reconocen que ha aumentado la presencia de ambulantes. Los vendedores también afirman que los trabajadores del CAM han tomado un trato más restrictivo: “Todos los días vienen, hay que andar pendientes porque, si no, nos quitan las ventas”, dijo una vendedora ambulante.

Gloria Najarro, vendedora ambulante, conoce casos de compañeros de Rubén Darío que se han ido a vender casa por casa. Además, asegura que algunos de los puestos tenían hasta tres empleados, quienes quedaron a deriva con la reubicación.

“Tenemos que andar en las calles por la misma necesidad de nuestros hijos”, dijo Enrique Zometa, padre de dos niños, uno de tres y cinco años, que ya lleva seis meses vendiendo de manera ambulante luego de ser desalojado.