Las consecuencias del fenómeno climático de El Niño comienzan a reflejarse en las fincas: plantas en estrés hídrico y granos “purgados”, un augurio para los caficultores de que la próxima cosecha tampoco será tan buena después de finalizar en junio pasado el ciclo 2022-2023 con una reducción de más de 46,000 quintales.

“Definitivamente comienza a verse una afectación”, señaló el caficultor de San Vicente, Omar Flores Hidalgo, quien explicó que la planta se enfrenta a una combinación de temperaturas extremas con una reducción de aguas lluvias.

Con el inicio del invierno, los caficultores intensifican los trabajos de campo (poda y aplicación de abonos) como preparación para la corta del grano, que usualmente inicia en octubre. Flores Hidalgo aseguró que en buena parte de las fincas el grano se encuentra desarrollado, pero la planta no tiene suficientes nutrientes para mantenerlo.

“El fenómeno que está sucediendo es que está purgando. Está botando ya el grano debido al estrés que tiene la planta. Se comienza a sentir la cuestión del cambio climático, porque es tanto el problema de la lluvia, como el problema del calentamiento”, manifestó.

Las fuertes lluvias del fin de semana pusieron fin a una sequía débil que afectaba la región oriental, con hasta 12 días en el volcán de San Miguel, San Francisco Gotera (en Morazán) y Conchagua (en La Unión).

Una crisis nacional.

En el resto del país, si bien ha llovido, no es suficiente para que las raíces de los árboles retengan el agua. “Hay partes que purgó demasiado por el estrés hídrico y no se pudo parar”, confirmó Julio Valladares, de Santa Ana, quien explicó que los caficultores en occidente no han podido aplicar fertilizantes por el temor a que no lloviera y el producto se cristalizara.

“Los nutrientes no trabajan muy bien con temperaturas muy elevadas para absorber lo que la planta necesita: un alto nivel de humedad en el ambiente”, señaló Valladares.

DEM
DEM



Este mismo temor sufren los productores en Usulután, agregó Joaquín Ortiz Ginjaume, presidente de la sede de Acafesal en este departamento. En los peores casos, añadió, el abono se cristaliza y, cuando llueve, no se disuelve y el árbol se queda sin protección.

El productor señaló que tienen más ventaja los cafetales donde no se hizo poda de los árboles de sombra. “Esas fincas pueden aguantar hasta un mes de sequía y el abono no se cristaliza tan rápido”, sostuvo.

Datos de alarma.

Las crisis no han dado tregua al sector, que desde 2017 se enfrentó a una brusca caída en el precio internacional del café para tener un alivio en 2021, cuando el quintal superó los $200. Ese grifo pronto se agotó y desde octubre pasado viene en picada, hasta colocarse en $164 este lunes.

Los datos de cierre de la cosecha 2022-2023 tampoco son tan esperanzadores. El Consejo Salvadoreño del Café (CSC) reporta que la producción llegó a 875,275 quintales de café uva, al menos 46,765 (un 5 %) menos que la anterior cosecha, cuando fue de 922,040.

En medio de la crisis climática, Flores Hidalgo recordó que también se enfrentan a un mayor costo en los insumos agrícolas, que, en su caso, compra los fertilizantes hasta 15 % más caros que hace un año.

El dato

El CSC reporta que hay 18,144 productores registrados, además de beneficiadores, pergamineros, exportadores y torrefactores. El sector genera más de 43,000 empleos.