Los cúmulos de latas, bolsas y botellas forman parte del paisaje del Centro Histórico de San Salvador, donde salvadoreños pasan de largo, tiran más basura o se acercan para sacar el material de reciclaje y luego venderlo a un centro de acopio, un ingreso que para varias personas constituye su única forma de sobrevivir.

Cuán común es ver a las personas tirar la basura en las calles en casi cualquier parte del país y, después, casi siempre un adulto mayor pasa recogiendo las latas. O escuchar en las colonias a “los chatarreros” anunciar por megáfonos que compran hierro, latas, papel o electrónicos que las familias salvadoreñas ya no utilizan.

Esto es parte del, aún incipiente, círculo del reciclaje en El Salvador que mientras para algunos “lo miran como basura, para mí es mi trabajo”, manifestó Ana Yancy de Claros, propietaria de la Recicladora Génesis en Ciudad Delgado.



“Ayudamos a las personas, a los ancianos que andan recogiendo botellas. Para ellos, pasan así el día porque a veces, en un solo día, vienen hasta cinco veces”, agregó la salvadoreña.

“Nos ven como sucios”, pero “ayudamos al medioambiente y generamos empleos”, agregó por su lado Alberto Batres, administrador de la Recicladora Müller, en Lourdes Colón, donde niños, hombres, mujeres y ancianos llegan todos los días a dejar materiales.

Dos historias de éxito detrás del reciclaje.

La Recicladora Génesis fue el inicio para Yancy, junto a su esposo José Guadalupe Claros, cuando decidieron emprender su propio negocio hace seis años. Ayudantes en un vehículo alquilado, iban de puerta en puerta anunciado que compraban chatarra, que luego entregaban a compradores en la Avenida en San Salvador.

Pero la familia Claros quería trabajar por cuenta propia y así se animaron a comprar un vehículo. “De allí no fue uno, sino que otro carro, porque ya empezamos a ver las ganancias, ya empezamos a ver que el trabajo mejoraba un poquito”, dijo la salvadoreña que administra un centro de acopio, cuatro vehículos y da empleo a 14 personas.

En este centro de acopio cada semana llegan en promedio 22 toneladas de materiales entre papel, plástico, latas, hierro, cobre y electrodomésticos viejos como televisores o refrigeradoras que traen desde La Unión, La Libertad, Chalatenango y Ciudad Delgado. “Siento que en el trabajo vamos de éxito. Le ayudamos a las personas, no se quejan, porque nos dicen ‘nosotros les ayudamos y ustedes nos ayudan a nosotros’”, sumó de Claros.



Por su lado, Batres inició recogiendo botellas hace 15 años cuando aún laboraba para una fábrica. El salvadoreño recordó que tras sostener pláticas con un amigo que era mejor tener un negocio propio, se animó a comprar su propio vehículo y alquilar un local en Lourdes. Así nació Recicladora Müller, un negocio familiar que ha permitido darles la educación superior a sus hijos y servir de fuente de ingresos para nueve personas.

Cada semana, por esta recicladora pasan 20 toneladas de hierro que en su mayoría lo exporta a una empresa en Guatemala. Recibe además cinco toneladas de otros materiales, como el plástico que lo vende a Iberplastic para elaborar escobas y cepillos; mientras que el papel se lo entrega a otra persona para que lo comercialice con Alas Doradas.

“Es una gran historia. Viera cómo ha sufrido uno para llegar hasta aquí. Yo no pienso quedarme aquí, yo quisiera ser una empresa exportadora o tener la finalidad yo mismo, como con el plástico ver cómo hacer escobas. Que el material llegue a mis manos y yo mismo lo saque para uso otra vez”, manifestó Batres.




Un programa que los une.

Las recicladoras Génesis y Müller tienen un elemento en común: negocios de éxito, pero que aún enfrentan retos legales y culturales para ser reconocidos dentro de la economía salvadoreña. Ambos centros de acopio se unieron a la iniciativa de reciclaje inclusivo lanzada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a través del programa Competitividad Económica, y la Fundación Empresarial para la Acción Social (Fundemas).

“Ellos vinieron a presentar la idea, a mí me gustó porque en realidad lo que ellos quieren es que uno se formalice en el negocio, que no nos vean como algo degradante, sucio, porque mucha gente así nos ven a nosotros. Nos dicen, chatarreros. Nos están ayudando a formalizarse con Hacienda y el Ministerio de Medio Ambiente”, indicó Batres.



Por su lado, de Claros indicó que ha recibido maquinaria que les ha ayudado a realizar mediciones más acertadas como un pesa, computadora, mesa y equipo de trabajo para sus colaboradores. La iniciativa impulsada por la agencia estadounidense busca articular a 250 recicladores para que no solo se formalicen, sino que fortalezcan sus capacidades, aumenten su volumen de ventas y se reduzca el consumo de materias vírgenes.

En este programa participa Latitud R, junto a las empresas Ternova, Carvajal Empaques, La Constancia, el parque Industria Verde, la cadena de supermercados Walmart, Foam Industrial y Diario El Mundo.

Fundemas indicó que la meta es generar 606 empleos en este programa en su primer año de implementación y dejar ventas atribuibles al proyecta por $1.57 millones.

¿Cómo es el proceso de reciclaje?

  1. Latas y vidrio: las latas son fáciles de transportar y de reciclar. En cambio, las botellas de vidrio se pueden reciclar al 100 % y, si no se descomponen, se transforman en arena.

  1. Plástico: pese a que es uno de los más utilizados, su reciclaje es bajo. Se puede tardar siglos en degradarse y, según el FEM, ocho millones de toneladas terminan en los océanos.