Impresoras, fuente de color, laptops, monitores y hasta teléfonos inutilizables se reciclan en la planta del Parque Industrial Verde, ubicado en Soyapango.

La empresa inició operaciones en El Salvador como una planta para el tratamiento de materiales ferrosos (que contenga metales) y no ferrosos, pero en el camino vio que cada vez aumentaba el desecho de productos tecnológicos y en 2004 comenzó a gestionar los permisos para incursionar en este rubro.

En 2007 se otorgaron los permisos y fue la primera desmembradora de equipos electrónicos, un nicho que es “completamente otro mundo” porque no se pueden manipular de la misma forma que los plásticos y latas, señaló Jessica Zarco, gerente administrativa del Parque Industrial Verde.

Actualmente, se considera que es la planta más grande de recolección de materiales reciclables en El Salvador con una bodega con capacidad para 60 toneladas. Al mes, procesan 14 toneladas de desperdicios electrónicos.

En la planta se recupera el hierro, el plástico, imanes y los microprocesadores. “Nosotros los destruimos dependiendo de la exigencia del cliente (...) Porque hay personas que prefieren que sea taladrado y otros que prefieren que sea borrada la información, que hay que protegerla, entonces así desensamblamos”, explicó la ejecutiva.

El parque recibe computadoras, teléfonos, impresoras y otros productos de tecnología./ Cortesía
El parque recibe computadoras, teléfonos, impresoras y otros productos de tecnología./ Cortesía

Retos: vender lo viejo a buen precio.

“Ahora es más barato” comprar un nuevo impresor que mandarlo a reparar, artículos que la mayoría de familias salvadoreñas tiran a la basura o esperan a los “chatarreros” para venderlos.

Pese a la gran cantidad de artículos electrónicos que cada año salen de uso, el Parque Industria se enfoca especialmente en computadoras, servidores y teléfonos celular, aunque tiene capacidad para tratar impresoras, escáner, fuentes de color o racks de comunicación.

Esto ocurre así, explicó Zarco, porque el proceso de reciclaje es más complejo y requiere maquinaria que por hoy está disponible en grandes economías como Canadá o Europa. Por otro lado, los salvadoreños aún no tienen la costumbre de reciclar y esperan que les paguen bien por la venta de artículos fuera de uso.

Para Zarco, el reciclaje de tecnología debe ser una responsabilidad compartida en que el ciudadano también esté dispuesto a pagar para destruir los aparatos porque no todo lo extraído puede luego venderse, como en el caso del plástico que se reutiliza.

“Pagamos al servicio de recolección de basura orgánica, debemos de también cargar con la responsabilidad del manejo de estos equipos electrónicos”, dijo.

En el parque también se reciben plásticos y latas. / Cortesía
En el parque también se reciben plásticos y latas. / Cortesía



También falta hacer conciencia del impacto al tirar estos materiales en el medio ambiente. “Hasta que no contaminen la comida directamente, que del pescado salvado plomo o algo, no vamos a creer”, señaló Zarco en referencia que hay personas que aún cuestionan el cambio climático.

El sector también enfrenta el reto del reciclaje de materia de litio y de alcalina, Zarco aseguró que a nivel mundial lo que se hace es colarlas en celdas y almacenarlas, mientras que la única solución al alcance de los salvadoreños es poner las baterías en una botella de arena para reducir la exposición.